Córdoba-bilbao athletic

El amarillento otoño (1-0)

  • Mientras llega el juego, el Córdoba se agarra a un penalti y su seguridad atrás para alcanzar por primera vez zona de 'play off' Sin sufrir mucho, la imagen del segundo acto fue malísima

Con él llega el frío, los días empiezan a ser más cortos y a más de uno empieza a cambiarle hasta el humor. Es el otoño, esa estación de transición en la que toca cambiar la ropa de los armarios, sacar el brasero y tirar de la manguita larga cuando te va a pillar la noche en la calle. Son tres meses casi en tierra de nadie que, al venir con la inercia del verano, dejan ese sinsabor en las gentes cuando, al pasear, las calles aparecen llenas de hojas, caducas, de unos árboles que pierden el verde reluciente de antes. En la ribera del Guadalquivir sigue sin haber noticias aún del brillo prometido, ese edén imaginado que está haciéndose de rogar, aunque la espera, claro está, es menos tensa con la sonrisa que siempre proporciona ver ganar a los tuyos. Al final es lo que cuenta, aunque la exigencia del proyecto obligue a aspirar a mucho más que el simple -y valioso- resultadismo.

Aquellos que se queden en esa primera visión, verán al Córdoba acabar la jornada por primera vez desde que la temporada izó el telón en puestos de play off, pues ahí dormirá pase lo que pase en la continuación de hoy. La cuarta victoria por la mínima del curso, la cuarta fecha consecutiva con la portería inmaculada, llegó con un solitario tanto de penalti de Raúl de Tomás y, como es costumbre, esa dosis de seguridad defensiva que empieza a caracterizar a este equipo. Y gracias que es así, porque la segunda parte ante un filial descarado pero muy noble fue malísima, sin capacidad para dar tres pases seguidos, sin pisar el área contraria y encerrado cerca de la propia haciendo de resorte ante cualquier pelota que buscara los dominios de Razak. Eso, como no puede ser de otra manera y viendo al imberbe rival que había enfrente, no gustó en El Arcángel, que estuvo callado hasta que con el partido caminando hacia su fin se percató de que a fin de cuentas aquí se vive de puntos y echó un cable que sirvió para amarrar tres más que permiten coliderar la tabla. Eso, con el amplísimo margen de mejora que se le presupone a esta plantilla, es para ser optimistas... aunque habrá quien tire de cautela para avisar que no siempre se acertará en la escasa producción ofensiva ni enfrente aparecerá un enemigo con tan poca mordiente. Por ahí hay que mejorar con la confianza que da verse en la gloria, sobre todo cuando hace sólo unas semanas había quien quería empujar a alguno al purgatorio.

A pesar de que en Ponferrada el juego fue bueno -el resultado tampoco-, Cuco Ziganda quiso sorprender al Córdoba con un 5-4-1, con dos carrileros largos y dejando libertad a los dos volantes y el punta. Más allá de que sorprendiera de salida o no a los blanquiverdes, lo cierto es que desquició a sus propios jugadores, que no acabaron de entender la apuesta, al menos en tareas defensivas. De hecho, ya en el minuto 2 Nando encontró una autopista por la derecha que habilitó Raúl de Tomás, pero el pase del valenciano incomprensiblemente lo mandó a las nubes Florin en el área pequeña. Como en citas precedentes, ante la falta de juego combinativo, ante los problemas para amasar los partidos, la velocidad sostenía el ataque cordobesista.

Aunque para decir verdad, el asidero principal sigue estando en el notable entramado defensivo que Oltra ha conseguido armar por delante del portero. Con Rafa Gálvez repitiendo como stopper, el estado de forma de los cuatro zagueros, pero especialmente Héctor Rodas es para estar tranquilos. Con todo, el Bilbao Athletic encontró huecos con pases a la espalda de esa última línea que primero Guarrotxena y luego Iriondo no supieron completar en su intento de vaselina a Razak. Fueron dos de los escasos sustos que tuvo que vivir el meta ghanés en un primer tiempo en el que los blanquiverdes encontraron petróleo tras una buena presión. Raúl de Tomás robó y Florin se fabricó un penalti que el hispano-venezolano hizo bueno para abrir la lata. Parece que era la única forma, pues con juego elaborado era imposible que llegara nada productivo y la estrategia esta vez no era un arma con la que poder golpear a un adversario bien posicionado.

El gol dio alas al Córdoba para tratar de hacer algo más con balón, para tratar de dar continuidad a sus posesiones. Pero como de verdad se siente cómodo es penalizando los fallos del contrario, aunque el propio De Tomás no pudiera hacer bueno un mal saque de puerta de Remiro al no encontrar portería su tiro. Si esa fue clara, la última de Guarrotxena tras una pérdida de Markovic no lo fue menos, pero igualmente su derechazo se marchó acariciando la portería de un Razak que pudo respirar antes de irse al vestuario.

Tras el intermedio, la imprecisiones no desaparecieron. Es más, fueron claramente a más en el bando local, para acabar de firmar unos 45 minutos tremendamente pobres. Tanto que el Bilbao Athletic fue creciéndose con el paso de los minutos y empezó a jugar en campo contrario, como si nada pasara. Entraban por un costado, llegaban por el otro... y el CCF bastante tenía con achicar balones desde su área, incapaz de evitar el peligro a través de la posesión. Los huecos eran muchos y las pérdidas, más, aunque siempre aparecía Héctor Rodas para limpiar por detrás. Hasta que en una de esas, en la que tuvo que salvarle el cuello a Stankevicius, cayó lesionado. Oltra recompuso la defensa con Luso en el lateral y el lituano en el eje. Dalmau, específico para cerrar la banda, sabe Dios qué pensaría en la banda...

Quedaba media hora y el decorado apenas si varió. Ante el alarmante bajón del equipo, ya fuera por tema físico o de confianza, el filial siguió apretando. Incluso Ziganda se la jugó con todo lo que tenía en el banquillo para tratar de revertir la negativa marcha de los suyos en las salidas. Iriondo fue el que más asustó, con una volea desde la frontal que tras tocar en Deivid murió en el larguero de Razak. Más de uno empezó a verle las orejas al lobo. Pero el Córdoba no podía ni con las botas, cada uno hacía la guerra por su cuenta y sólo la garra de Florin permitía adelantar unos metros y sacar el culo de la portería. Oltra tiró entonces de Pineda para dar un mensaje al grupo y tratar de alargar más al equipo, y lo logró con un par de interesantes acciones del chileno a las que luego, como siempre, les faltó continuidad. El Bilbao Athletic murió apretando, acumulando centros, pero apenas sin conectar un remate. El gol de Raúl de Tomás fue suficiente para salvar una batalla más que debe traer consigo un profundo análisis. Porque este CCF puede y tiene que dar mucho más, aunque de momento sobrevive con nota caminando por un otoño que en cualquier momento puede traer el frío.

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