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La pelota no se mancha

  • En un día negro para el fútbol español, el cordobesismo ofreció la cara opuesta y positiva de este deporte volcándose con una iniciativa solidaria. En la grada, convivencia y respeto mutuo.

Con los ojos empapados en lágrimas y la voz entrecortada pronunciaba Diego Armando Maradona una de sus frases más lapidarias. "El fútbol es el deporte más lindo y sano que existe en el mundo. Eso no le quepa la menor duda a nadie. Porque se equivoque uno no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué. La pelota no se mancha", sentenció el astro argentino en el discurso que ofreció tras el partido que Boca Juniors y un combinado de sus antiguos compañeros le brindaron como homenaje a su inolvidable figura. El Pelusa, a su manera, trataba de redimirse ante los suyos por lo desordenado de su carrera y, al mismo tiempo, mostraba un respeto y un amor tremendos por el mundo del fútbol, el que marcó su vida y le permitió convertirse en una figura histórica en todo el mundo y poco menos que un ser superior en Argentina.

 

Ayer, la barbarie sacudió los cimientos del fútbol español. La muerte de un hincha del Deportivo de la Coruña a manos de aficionados ultras del Atlético de Madrid conmocionó a todo el país y trajo consigo una inevitable reflexión. Qué sentido tiene que una persona pierda la vida de manera violenta antes de asistir a un espectáculo pensado para el disfrute de sus seguidores. Es evidente que no se puede desligar al fútbol de lo que sucedió, como algunos se apresuraron a hacer de inmediato, pero en el fondo subyace un problema mucho más profundo que tiene que ver con el modelo de sociedad que impera en el país. El hecho de que un joven emplee la madrugada del sábado en viajar desde La Coruña a Madrid con la intención de enfrentarse a seguidores de otro equipo a primera hora de la mañana del domingo no se sostiene como algo derivado de las fobias que genera el fútbol. El problema es de mayor calado y tiene su raíz en una sociedad enferma en muchos aspectos, que genera situaciones como la que ayer se desató en las inmediaciones del Vicente Calderón.

 

Con el cuerpo cortado y la conciencia golpeada tocaba ayer acudir a El Arcángel a animar al CCF. Las fobias que genera el entorno de este deporte de masas tuvieron su contrapeso ideal en las inmediaciones del estadio blanquiverde, con la tradicional recogida de alimentos en favor del pueblo saharaui de la peña cordobesista Cordobamania. Frente a la barbarie, solidaridad a espuertas. Kilos y kilos de alimentos hasta sobrepasar los 4.000 se iban amontonando junto a la zona de taquillas, en lo que fue un éxito colectivo de todo el cordobesismo y una muestra de que el deporte sirve más para generar sinergías positivas como esta que para golpear a la opinión pública con dramas como el vivido en Madrid. El éxito de acogida que volvió a tener la campaña de Cordobamania refuerza los valores positivos del fútbol, un juego fascinante y cargado de valores positivos, por mucho que algunos traten de hacer ver lo contrario.

 

Antes del arranque del partido en El Arcángel se leyó un manifiesto en repulsa de los sucesos acaecidos en la previa del partido entre el Atlético y el Deportivo aunque no se guardó un minuto de silencio, como en el resto de los campos españoles, por indicación de la Liga de Fútbol Profesional. Una vez rodó el balón, la hinchada blanquiverde volvió a experimentar las mismas sensaciones de toda la temporada. De inicio, el público se volcó con el equipo pero la superioridad del rival y los mazazos en forma de goles terminaron por voltear el ánimo. Son demasiadas jornadas sin ganar y la paciencia se ha agotado de manera definitiva entre la parroquia blanquiverde, que al término del partido estalló en gritos contra el palco y los futbolistas.

 

Una reacción airada pero típica en el mundo del fútbol, que no pasó a mayores. Al fin y al cabo, este deporte también tiene un gran componente de espectáculo y el público se sabe soberano desde el momento en que abona su entrada al partido. Porque antes, en El Arcángel se volvió a disfrutar con el fútbol de élite y se convivió con total armonía con el pequeño grupo de seguidores que se desplazó desde Villarreal acompañando a su equipo. Ni más ni menos que lo que debe de ser un partido de fútbol. Porque, más allá de los resultados, al final lo que queda en la memoria del aficionado es el disfrute que haya sido capaz de extraer de un deporte que desata pasiones, aunque estas siempre debieran quedar por debajo del respeto mutuo. En un día infausto y complicado para el mundo del fútbol, lo acontecido en Córdoba sirvió de ejemplo para la esperanza.

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