Copa del Rey

Los magos fueron ellos (2-1)

  • Intensidad Dos goles en el último tramo de Borja García y Caballero valen al Córdoba para remontar el tanto de Sergio García Clave El meta Casilla fue expulsado tras cometer un penalti que falló Pepe Díaz

Ocurrió. El guión perfecto se ejecutó con fidelidad, incluyendo sus aliños de dramatismo y sus giros sorprendentes. El que fuera ayer a El Arcángel buscando sensaciones fuertes no se marchó defraudado. Se llevó una buena ración. El Córdoba ganó al Espanyol y encara con una razonable esperanza el segundo capítulo de la eliminatoria de octavos en Cornellá. Enseñó su imagen de siempre, el mismo espíritu rebelde que le ha llevado a atentar contra el poder de los candidatos oficiales, la misma capacidad para sobreponerse a las dificultades, para levantarse después de los golpes, para no sucumbir a la tentación de decir que hasta aquí hemos llegado y que ya está bien de coleccionar hazañas. Este equipo no se conforma. Suceda lo que suceda a partir de ahora, ha dejado una lección en el aire. Lo hizo ante un auditorio majestuoso, una masiva representación de su afición, que el mismo día y a la misma hora de una tradición tan arraigada en la ciudad como la Cabalgata de Reyes acudió a riadas a El Arcángel para coprotagonizar una película impresionante. 

 

Borja y Carlos Caballero firmaron una briosa remontada ante un Espanyol que trataba de rentabilizar una diana, de factura embarullada, firmada por Sergio García. La gente se echó las manos a la cabeza, entre risas y vítores. Pura fiesta. La magia de la noche la puso un equipo del que se seguirá hablando mucho tiempo después de que se desguace, como consecuencia lógica de su propio éxito. Así es el negocio del fútbol. Algunos ganarán más prestigio y más dinero; otros se quedarán con el patrimonio de los recuerdos. Como los veinte mil que acudieron en la noche de Reyes del 2012 a un estadio que ofreció su estampa más emotiva desde hace larguísimos años. 

 

Es bien sabido que la Copa es una plataforma de oportunidades para clubes modestos y para futbolistas habituados a roles secundarios. Paco Jémez llevó ese rasgo distintivo de la competición hasta las últimas consecuencias componiendo un once imprevisible, salpicado de presencias asombrosas. Como al técnico de Fátima le traen sin cuidado los debates sobre si es un fino estratega o un suicida, decidió dejar en el graderío a tipos con el peso de Gaspar Gálvez o López Silva, sentó en el banquillo al pujante Javi Hervás, la perla que todos se disputan en este mercado invernal, y dibujó un escenario idílico para un jugador que sólo había disputado minutos residuales hasta el momento: Afonso Taira. Al portugués, con 19 años y nula experiencia como profesional, le tocó un bautismo de extraordinaria magnitud: en Córdoba, supliendo el puesto de la estrella local y con más de veinte mil aficionados en El Arcángel dispuestos a ver lo nunca visto. El chico no se arrugó, lo cual dice ya mucho en su favor. La veteranía de Alberto Aguilar, que le acompañó en la zona central y estuvo al quite, le ayudó bastante para no diluirse ante adversarios de una categoría muy superior. El talentoso y aún verde talento del Sporting de Lisboa se aplicó en la presión y trató de inventar alguna cosita. Al comienzo del segundo tiempo lanzó un envenenado disparo picado por encima de Casilla, pero se le fue ligeramente desviado. Poco después dejó su lugar a Fede Vico, un chaval de 17 años que también aspira a dejarse ver en los grandes foros. Era un día para apostar.

 

Que Pochettino no subestimó al Córdoba se notó en su alineación. El inquieto Thievy -el francés jugó hace unos meses la Copa con el juvenil del Espanyol ante el Córdoba, en la Ciudad Deportiva- corrió kilómetros y el veterano Sergio García mostró su empaque. El exinternacional tuvo la ocasión más clara en un intento de vaselina tras pase de Romaric a los ocho minutos. Borja dio el primer testimonio en ataque de un Córdoba que arrancó con el pulso alterado y que fue acomodándose al partido desde la defensa, con un desempeño espectacular de sus laterales Fernández y Fuentes. Ambos estuvieron brillantes. También Borja, una amenaza constante por su movilidad. La suerte que le faltó a Pepe Díaz la tuvo Sergio García en el gol del Espanyol, que le puso de cara la eliminatoria.

 

La clave del partido llegaría en el minuto 50, cuando Undiano decretó penalti tras una caída de Pepe Díaz ante la salida de Kiko Casilla, que se volvió loco protestando cuando vio la roja. El de Almodóvar parecía convencido cuando agarró la pelota y no lanzó mal, pero Cristian Álvarez estuvo mejor. El argentino, recién salido, despejó con la mano izquierda el duro tiro a media altura. El público y el equipo se dieron la mano entonces. Paco Jémez contribuyó a dar al pleito un aire épico con las salidas de Fede Vico, Javi Hervás y, finalmente, el ariete Balsas por el central Tena. El Arcángel hervía. Borja y Caballero, autores de la remontada, lograron llevar al éxtasis al cordobesismo en  su gran noche.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios