No habrá forma de encontrar los restos del diputado Bautista Garcés. Pese a los datos que se manejaban inicialmente por parte de la asociación de la memoria histórica que coordina las investigaciones en la fosa común de la Salud, los restos del diputado comunista por la circunscripción de Córdoba y ex secretario político del PCE en la provincia no se encuentran junto a otros dos legisladores socialistas malagueños, como se prevía inicialmente.

La familia de Bautista Garcés se ha puesto en contacto con los promotores de la investigación de la fosa común de la Salud para hacerles llegar los detalles de una historia que es aún más triste y relevadora. Un hermano de Garcés estuvo en el cementerio un día después de que se produjera su fusilamiento, logró recuperar los restos del fallecido que se encontraban ocultos bajo los de una mujer, también fusilada, y lograron enterrarlos, a saber cómo, en un nicho. Contra lo que se creía inicialmente, el diputado comunista por Córdoba -el único de este adscripción política cuando se produce el golpe de estado de los militares- fue fusilado en el cementerio de San Rafael el 28 de julio y fueron sus familiares quienes le dieron sepultura en la Salud el día 29.

A partir de ahí, acontece el segundo olvido, la otra muerte del ex secretario político del PCE cordobés durante una parte de la década de los 30 del siglo pasado. La familia y los deudos no pudieron hacerse cargo del coste de mantener el nicho. A los diez años, los restos del fallecido fueron trasladados a un osario, una fosa común. Una historia probablemente menos romántica pero más reveladora.

Bautista Garcés Granell era sindicalista del sector metalúrgico. Francisco Moreno Gómez, en su obra La Guerra Civil en Córdoba 1936-1939, realiza un exhaustivo seguimiento de sus últimas horas. El diputado había estado en Madrid, donde un compañero de candidatura lo vio absolutamente indignado por el asesinato de Calvo Sotelo a manos de miembros de la guardia de asalto.

Garcés fue detenido el 18 de julio en Córdoba. Había salido de su casa en Los Olivos Borrachos junto a un conocido socialista. En el viaducto, se unió al cortejo del entierro de una conocida. Al pasar por la puerta del cuartel de la Guarcia Civil, un número le dio el alto y lo detuvo. Por medio de un joven, mandó pedirle a su mujer un pantalón a rayas, la chaqueta del pijama y un botijo. Tenía sed. Además, le hizo llegar a la familia el traje que llevaba. Tras su muerte, se bautizó con su nombre el Batallón Bautista Garcés, activo durante buena parte de la Guerra Civil, y del que fue comisario político el poeta Pedro Garfias.