Mucho ha llovido desde 1993, año en el que se firmó el tratado mediante el que se estableció lo que hoy conocemos como Unión Europea. Más de dos décadas han transcurrido desde aquel entonces, 22 años cargados de una multitud de acontecimientos sociales, políticos y económicos que han transformado radicalmente el mundo y que suscitan una gran cantidad de opiniones e interpretaciones sobre la idoneidad de la constitución de esta unión de países, algunas más críticas y otras no tanto. Ayer, justo 84 años después de que se constituyera la II República Española -otro de los episodios de la historia reciente de este país que más controversias genera-, dos conocidas personalidades de la política española realizaron una conferencia en el Rectorado -organizado por el aula de debate de la UCO- en el que expusieron sus interpretaciones acerca de las repercusiones de la actual Unión Europea sobre sus estados miembros y del papel que tienen los partidos de izquierdas en este contexto supranacional.

El histórico dirigente de Izquierda Unida y ex alcalde de Córdoba Julio Anguita y el secretario del proceso constituyente y programa de Podemos, Juan Carlos Monedero - dos caras que pertenecen a épocas y a partidos diferentes-, acudieron a la cita bajo una lluvia de flashes y ofrecieron sus versiones en un salón de actos abarrotado de personas.

La actual Unión Europea dista mucho de los principios que inicialmente la originaron. Esta es al menos una de las principales conclusiones que se extraen de las diferentes intervenciones de Anguita, quien destacó que "lo que hoy tenemos no es la Europa soñada que nos vendieron en la década de los noventa, sino una auténtica impostura". El exregidor cordobés basó su afirmación, entre otras cuestiones, en el hecho de que en la UE no se ha forjado una política exterior, fiscal y social común que sea capaz de eliminar desigualdades entre los diferentes estados miembros, tal y como se planteó en un principio. Por el contrario, según destacó, Europa, bajo la connivencia de los partidos tradicionales que han gobernado en los diferentes Estados, se ha limitado casi exclusivamente a la convergencia de presupuestos y a la creación de una unidad monetaria. Con respecto al papel de izquierda en este contexto, Anguita subrayó que esta ideología supone actualmente la negación del orden vigente, la defensa de los derechos humanos y, por tanto, el rechazo a los preceptos capitalistas del mercado, la competitividad y el crecimiento ilimitado, ya que "la izquierda no puede permitir que la economía domine el mundo".

Por su parte, Monedero, que al igual que Anguita se mostró bastante crítico con el Tratado Transatlántico sobre Comercio e Inversión (TTIP) -que negocian actualmente Estados Unidos y la UE- por entender que podría acabar con las pequeñas y medianas empresas, destacó que los derechos civiles, sociales y políticos de los que hoy gozan los ciudadanos "son el fruto de las luchas del pasado" y que la sociedad actual, "mercantilizada y aislada, ha abandonado la acción colectiva".

El también profesor de Ciencias Políticas en la Complutense, que reconoció que la izquierda se equivocó en el pasado al intentar estatalizar todos los medios de producción como alternativa al capitalismo, insistió en la necesidad de que, en este cambio de época en el que "lo viejo no ha acabado de marcharse y lo nuevo no acaba de venir", la izquierda debe de abandonar su "nostalgia" y "hay que reinventar una nueva ideología que nos ubique en el mundo".