¿Existió un pasadizo que unía el Alcázar con la Mezquita de Córdoba?
La finalidad del mismo sería que el califa no tuviese que pisar el suelo que pisaban los mortales
El animal de la discordia de la Mezquita-Catedral de Córdoba
Córdoba ha protagonizado una de las últimas entregas del programa Desmontando de La Sexta. El escritor y tertuliano venezolano Boris Izaguirre ejerce de presentador mientras pasea por el Alcázar de los Reyes Cristianos y entrevista a la arqueóloga Cristina Camacho para conocer cómo era la organización del Estado. La experta explica que "contenía los edificios áulicos, (donde vivía la Corte) pero también edificios de administración". Igualmente se sabe que hubo una Alcazaba militar en su interior.
Uno de los temas más interesante que aborda es la existencia de un pasadizo secreto que conectaba el Alcázar con la Mezquita de Córdoba, el centro religioso de la ciudad durante los siglos de dominación musulmana. "Hay una conexión entre los dos edificios. En época de Alhakén II se construye un pasadizo que se llama Sabat, que va desde el palacio hasta la zona de la Mezquita, de forma que el califa no tenía que pisar el suelo que pisaban los mortales", revela Camacho. No obstante, de este ingenio tan solo perdura hoy su sección oriental, que nunca fue públicamente visible.
Y es que el segundo califa omeya de Córdoba (961-976) pasó a la historia no sólo porque su mandato fue uno de los más pacíficos y prósperos de la dinastía, sino por su defensa enardecida del arte y del conocimiento, así como por la profusión de obras públicas.
De hecho auspició la ampliación más bella y la decoración más rica de la Mezquita. Mandó derribar el muro de la quibla y extender el oratorio en doce crujías, a la par que incluyó una serie de lucernarios rematados por elegantes cúpulas nervadas. Igualmente, el espacio lo completó una macsura vertebrada por arcos polilobulados y entrecruzados. Además, durante su mandato se ejecutó la construcción del mihrab, que por vez primera se levanta como una habitación octogonal. Su portada fue decorada con vistosos mosaicos hechos por maestros bizantinos enviados por el mismísimo Constantino VII, emperador de Constantinopla.
En el curriculum del mandatario omeya figura también la finalización de Medina Azahara. En primavera y otoño daba uso a sus dependencias. Mientras que en invierno usaba sus instalaciones para presidir recepciones solemnes y recibir embajadores.
Por otra parte, reformó el Alcázar y mandó construir castillos en zonas estratégicas de defensa frente a los reinos cristianos, como por ejemplo el de Baños de la Encina, en Jaén.
En época de Alhakén II Córdoba fue la primera ciudad de la Península con calles pavimentadas, alumbrado público nocturno y alcantarillado.
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