Los vecinos de varios pueblos andaluces recorren en estos días sus campos para buscar los melones con los que celebrarán la noche del 31 de octubre su alternativa a Halloween, en la que no existen las calabazas, sino estos productos del campo adornados de una forma muy concreta e iluminados de la forma más original posible.

Una costumbre que se aprecia esa noche en municipios como Priego de Córdoba, Jauja (Lucena), Monturque, San Sebastián de los Ballesteros o La Rambla en la provincia de Córdoba; en Salar o La Zubia en la provincia de Granada y en las poblaciones de Cañada Rosal y Olivares en la provincia de Sevilla.

Según han explicado fuentes del Ayuntamiento de Olivares, se trata de los farolillos de melón, que está amparada dentro de la categoría de Oficios y Saberes por el Instituto de Patrimonio Histórico Artístico de Andalucía como una tradición en la víspera de Todos los Santos.

Para cosechar los melones que se usan se aprovechan los que presentan daños, malformaciones, o un crecimiento anómalo, que muchas veces eran usados como alimento para el ganado o en la elaboración de alimentos como el gazpacho, ya que poseían un cierto sabor a pepino.

Los melones se recogen y se decoran una vez vaciados, e incluso se convocan concursos que premian a los mejores de todos los que recorran el pueblo