Toros

Un 'tsunami' llamado Roca Rey

  • El héroe limeño avasalló Bilbao con dos faenas plenas de arrojo, valor y torería

  • Cogido por sus dos toros, se rehízo, le robaron una oreja y cortó otras dos

Roca Rey cita por la espalda al segundo de su lote, un mastodonte al que le cortó las dos orejas.

Roca Rey cita por la espalda al segundo de su lote, un mastodonte al que le cortó las dos orejas. / EFE

Pasarán los años y tendrá carácter de efemérides este 25 de agosto de 2022 por obra y gracia de un héroe llamado Andrés Roca Rey. Al fin rompe con fuerza la Semana Grande de Bilbao tras un arranque dubitativo. Bilbao como tercer puerto puntuable en la temporada ha perdido razón de ser. Aunque sale el toro de siempre, ese toro de Bilbao que los ganaderos envían sin equivocarse, la corrida en Vista Alegre, hoy rebautizada como BIVA, no es lo que era. Ir a los toros en Bilbao era antaño como una cita con la elegancia y el buen gusto, pero de forma multitudinaria, con los tendidos abarrotados.

Y cuando llega el cartelazo de hoy, la esperanza del lleno total se difuminaba según se acercaban las seis en todos los relojes del Bocho. El paseo corría a cargo de un ídolo de esta plaza, El Juli, un torero de prestigio como Manzanares y ese ciclón inca que arrasa por do quiera que pisa, Andrés Roca Rey. Pero no se pasó de una entrada mucho mejor que las de días anteriores pero no sería de extrañar que el cartelito de "no hay billetes" ni se haya imprimido por encargo de esos extraños compañeros de viaje que forman Chopera y Bailleres.

La espada impidió que El Juli tocase pelo y Manzanares también rozó el triunfo

A la hora de la verdad, la tarde es copada por Andrés Roca Rey, mientras que El Juli da una muestra más de su categoría y José María Manzanares está bien, pero un peldaño más abajo que Julián. Estamos ante un encierro pavoroso, made in Bilbao, enrazado y que va a exigir más de la cuenta a los coletudos. El Juli tiene un inicio muy brillante al llevar al toro al caballo lanceando a la verónica. Con la muleta lo enseña a embestir andándole hacia los medios, pero el toro transmite poco y sólo la ambición y enciclopedismo de Julián hace que aquello interese. Con el cuarto y coincidiendo con la lluvia más intensa de la tarde está por encima a base de robarle los muletazos. Y con tanto robo, casi cuaja un faenón, pero con la espada no anda fino y se queda sin tocar pelo.

El torero peruano recibió una monumental paliza de su primero. El torero peruano recibió una monumental paliza de su primero.

El torero peruano recibió una monumental paliza de su primero. / EFE

Manzanares estuvo en un tris de cuajar a Estirado, un toro muy bravo al que el alicantino le saca buenos redondos y un par de pases de pecho como los que daba su padre. Se le encasquilló la escopeta y todo quedó en saludos. En el toro quinto, una hermosura de color castaño que derribó en el caballo, quiso y tuvo momentos interesantes con ambas manos. Lo mató bien, pero lo levantó el puntillero y sonó un aviso para que todo acabase en ovación y saludos desde el tercio.

El hombre de la tarde y de muchas tardes fue Andrés Roca Rey, que llegó a Bilbao sin querer soltar el cetro del toreo. Por lo pronto, a su reclamo tuvo la plaza un aspecto infinitamente superior al de días anteriores y bien que iba a justificar el limeño su poder de convocatoria. Sus dos lecciones de toreo, valor, entrega, pundonor y añádansele cuantos adjetivos desee han quedado para los restos en los anales de una plaza tan rica en recuerdos como es la de Bilbao.

Descomunales los toros de Victoriano del Río, fueron exigentes con casta y bravura

En primer lugar le tocó Jabaleño, un toro castaño que iba de sobrero y que entró porque el que salió iba con un pitón roto. Las credenciales las muestra Andrés con unos estatuarios marca de la casa, plenos de hieratismo, para pasar al toreo fundamental de plantas asentadas y muletazo largo que tan bien prodiga. Remata con manoletinas, quiere cambiar la embestida y el toro lo arrolla para darle un palizón. Sin mirarse repite la suerte, lo mata por arriba y el inefable Matías González, el eterno usía de esta plaza, le manga una oreja por la mismísima cara.

Tras diez minutos de incertidumbre y con él en la enfermería se dice que no sale a matar al sexto, pero eso no lo acepta el joven héroe que sale a la plaza visiblemente mermado. Y lo que ocurre a partir del brindis a la plaza es para que lo relate un cronista bélico, ya que se trató de la lucha sin cuartel entre un hombre vestido de seda y oro y Quitaluna, un mastodonte negro que también planta batalla con bravura y casta. Le forma Andrés un gazpacho memorable, en una zancadilla va nuevamente a la arena, se levanta sin mirarse, lo cuadra y le receta un estoconazo que rinde a los tendidos y también a Matías. Para el recuerdo este 25 de agosto de 2022 en Bilbao.

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