La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Un almohadillazo para la Cruz Roja

La entidad renunció a la corrida que se organizaba cada 12 de octubre en su beneficio, pero no a la venta de almohadillas...

Un almohadillazo

Un almohadillazo / M. G. (Sevilla)

Septiembre es uno de los meses más antipáticos del año. Por su calor húmedo, por el retorno a las rutinas, por ser un mes de transición entre estaciones, por concentrar los gastos escolares y, cómo no, porque el día 30 cae sobre la cerviz del toro de la cuenta corriente el verduguillo de los dispendios veraniegos de la tarjeta de crédito. Septiembre siempre tenía, al menos, el final auténtico, hondo y con sabor de la feria taurina de San Miguel, aquella que el Partido Andalucista quiso recuperar sin éxito a principios de siglo con inspiración en la feria de la cerveza de Munich. Fue un fiasco, pese a que el recinto estaba muy cuidado en lo estético y bien situado en el real de los Remedios. En septiembre solo funcionan las dos tardes de toros que, por fortuna, este años son tres. Y, siempre, el broche final de la corrida del 12 de octubre, chubasqueros verdes en los tendidos, cielos grises y una plaza de toros más campera que nunca. Era la corrida a beneficio de la Cruz Roja, un clásico.

Pero un buen día, no hace mucho tiempo, la Cruz Roja desapareció. Su prestigioso nombre no apareció ya más en los carteles. Nadie dijo nada. Todo fue en silencio. A la francesa. La empresa anunció en 2018 un festival organizado por la hermandad de la Macarena a beneficio de su obra asistencial. Al año siguiente lo fue por las hermandades del Baratillo y la Esperanza de Triana. Dos festivales y dos tardes con la plaza a reventar. Éxitos de público y de carteles. Ahora se recupera el que estaba en ciernes antes de la pandemia, el que promueve la hermandad del Gran Poder.

Los festivales extendieron un manto de silencio sobre la desaparición de la Cruz Roja, que se desvinculó del 12 de octubre taurino de forma sigilosa. La entidad, tan querida y reconocida, no quiso saber más de la fiesta, como si el dinero procedente de la corrida fuera de pronto indigno, como otras marcas publicitarias han ido retirando los patrocinios. Por eso es fundamental que sigan existiendo los premios de la Caja Rural o El Corte Inglés, entidades que no han abandonado la fiesta cuando más necesita de apoyos públicos. Ahora son las hermandades las que salvan la cita del 12 de octubre, tan señalada en el calendario taurino. Que no falten nunca, porque ya perdimos la del 15 de agosto.

Lo que no sé es qué pinta la Cruz Roja vendiendo las almohadillas. ¿O es que se trata de una actividad que ocurre de puertas hacia dentro, no está publicitada y entonces no genera vergüenza? Qué almohadillazo se merece la entidad que abandonó la fiesta para no ser políticamente incorrecta. Se lo lanzaremos con cuidado, para no hacer daño a una institución tan querida, pero como símbolo de protesta y en defensa firme de los toros.

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