bilbao | séptimo festejo de las corridas generales

Tono menor tras la deflagración

  • Paco Ureña fue el triunfador de la tarde cortando una oreja a cada toro

  • Alejandro Talavante también tocó pelo, pero no aprovechó la bondad de su lote

El tercero de la tarde cogió de forma aparatosa a Paco Ureña al entrar a matar tras una faena de mucha verdad que fue premiada con una oreja.

El tercero de la tarde cogió de forma aparatosa a Paco Ureña al entrar a matar tras una faena de mucha verdad que fue premiada con una oreja. / EFE

Decepción por la ausencia de Andrés Roca Rey, el héroe de la tarde anterior, pero que, afortunadamente, apenas se notó en la asistencia. Una entrada muy cercana a la del jueves que dejó en demostración palmaria de que también Morante tiene su tirón. Y también que fue bien acogida la presencia de Alejandro Talavante en sustitución del peruano. Y como remate, la presencia del gran triunfador de la última Aste Nagusia, la de antes de la pandemia, el murciano Paco Ureña, que fue recibido muy cariñosamente por la afición bilbaína.

Y la corrida empezó con un retraso de quince minutos por la tardanza en llegar a la plaza de Talavante, que había sido avisado a mediodía a su casa de Badajoz. Y se nos vino a la memoria un hecho similar ocurrido en Sevilla hace cincuentaicinco años. Fue el martes de Feria de 1967 y Diego Puerta y Paquirri hicieron solos el paseíllo porque El Cordobés se había visto atrapado en un atasco de tráfico. Claro que entonces no se esperó a nadie y Manuel Benítez irrumpió en la plaza por el callejón.

Morante siempre deja detalles de torería por muy malos lotes que le toquen. Morante siempre deja detalles de torería por muy malos lotes que le toquen.

Morante siempre deja detalles de torería por muy malos lotes que le toquen. / EFE

Muy decidido salió Morante para vérselas con Pitinesco, una mole negra de embestida áspera y con el que el de La Puebla está muy por encima, primero con el capote y después mediante una faena llena de matices y de mucha variedad, una de esas faenas que el cigarrero se saca de la chistera, pero sin poder rematarla en esta ocasión. En el cuarto, una preciosidad de La Ventana del Puerto, con una fachada imponente llegó la decepción al comprobarse que todo se quedaba en eso, pues de fuerza andaba cortito. Tenía cierta clase y Morante quiso estirarse con él, pero la falta de poder le llevaba a embestir a la defensiva, por lo que tocó abreviar, matándolo con brevedad entre el silencio de una plaza que lo respetó. Tras la explosión del día anterior con la épica de Roca, la llegada de Morante era esperada con esa expectación que despierta un genio que e

Bilbao respetó en todo momento a Morante, que quiso siempre y se estrelló en un mal lote

stá ejerciendo de locomotora del toreo desde que estalló la pandemia. Pero el torero dispone y el toro, los dos de su lote en este caso, descompone.

Alejandro Talavante se encontró para abrir boca con un toro templado y de embestida suave con el que el extremeño se encontró, pero sólo a medias. Lo cierto es que Alejandro se encontró ayer tarde con el mejor lote del Puerto y no menos cierto es que puso interés, amagó mucho, pero no acabó de redondear. Debió estar mejor con este suavón Carcelero, tardó en acoplarse, pero fue entonándose y sacando improvisaciones marca de la casa le cortó una oreja. Este torero tiene unas cualidades que afloran a cuentagotas y puede que todo haya sido por el largo tiempo en sus cuarteles de invierno. En el quinto fue un más de lo mismo ante un toro con clase y que humillaba.

El triunfador de la tarde fue Paco Ureña, que cortó oreja en sus dos toros. Admirable torero este murciano que fue acogido con mucho cariño en Bilbao. Le tocó un toro muy exigente y otro de enorme clase. El primero, de La Ventana, hizo pasar las grandes duquelas en banderillas y cogió a Ureña para matarlo cuando llevaba la espada dentro. Fue una faena con mucha verdad que tuvo el premio de una oreja, como también lo tuvo en el sexto, un toro con mucha clase. Tiene un mérito este torero, Bilbao se lo agradeció en todo momento recordando las cuatro orejas de su última tarde en el Bocho y se lo premió con generosidad.

Lo mejor de la tarde puede decirse que fue la buena entrada; lo peor es que después de la deflagración que prendió Roca Rey la primera tarde, las esperanzas no tuvieron continuidad. Y como guinda, la mala suerte esta tarde de Morante con el lote del Puerto que le cupo en desgracia.

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