Las Ventas | Cuarta corrida de la Feria de San Isidro

Román despunta en un festejo gris

  • El valenciano da la única vuelta al ruedo de la tarde

  • Joselito Adame y Álvaro Lorenzo, con el mejor toro, de vacío

  • Viento y mal ganado vuelven a marcar, en gran medida, el transcurso del espectáculo

El diestro valenciano Román, en una manoletina a su primer toro.

El diestro valenciano Román, en una manoletina a su primer toro. / kiko Huesca (Efe)

La ventosa tarde y un mal ganado volvieron a ser dos premisas decisivas para que el espectáculo se hiciera tedioso en su conjunto. El encierro de El Tajo y La Reina, de mal juego, salvo el sexto, se remendó con un sobrero de Torrealta y otro de Montealto, ambos de mal comportamiento. De la terna destacó Román.

Joselito Adame no tuvo su tarde. Gris, como su lote y el color de su traje, falló además con la espada. El colorao que abrió plaza, un tío, pedía guerra. Se empleó en un primer puyazo enorme, que acusó. De buena condición le faltó fuerza y poder. El mexicano, que se había lucido a la verónica, realizó un trasteo sin emoción y manejó mal la espada.

El cuarto, un toro serio y largo, fue a menos. Joselito Adame, que comenzó con unos estatuarios, concretó una labor porfiona ante un toro que acometía rebrincado y soltaba a veces la cara. Extrajo algunos muletazos interesantes por el pitón derecho, el único potable. Lo mejor de este acto fue un quite de Román, quien con su valor descarnado se marcó unas gaoneras arriesgadísimas en los medios.

Román dio la talla ante un mal lote. Actuación muy seria. El segundo se lastimó en una tremenda voltereta en el capote, quedando descoordinado. En su lugar saltó un sobrero con el hierro de Torrealta, basto. De mal estilo, en el primer encuentro en varas pegó un topetazo tan tremendo a la cabalgadura que casi tira al picador al callejón. Román, con máxima entrega, se jugó el pellejo ante un animal violento, que cabeceaba y que por el izquierdo se le coló de manera escalofriante en un par de ocasiones. El torero logró varios derechazos meritísimos. Cerró con unas manoletinas de infarto. Mató en la suerte de recibir. Desgraciadamente la estocada cayó baja. El presidente no atendió la petición de oreja y el valenciano dio una merecida vuelta al ruedo.

El colorao quinto, corniabierto, noblón, no repetía. Román, que se fue a los medios, donde estaba emplazado, para torear con el capote, se entregó de nuevo sin reserva alguna, con máxima sinceridad. En los medios, desgranó buenos muletazos aislados por ambos pitones. Imposible la ligazón por lo que faltó transmisión en la faena.

Álvaro Lorenzo, que tuvo en suerte el mejor toro de la tarde, el sexto, perdió una buena oportunidad para el triunfo. El tercero, castaño, bien armado, fue devuelto por inválido. Como tercero bis saltó un toro de pinta negra, astifino, que se defendió en el primer tercio y que nunca se entregó. El toledano, molestado por el viento y que de primeras sufrió un desarme cuando muleteaba por la derecha, no logró armar faena con un astado de nulo juego para el lucimiento.

Con el que cerró plaza, bajo, de generosas perchas y buena condición, Lorenzo toreó bien a la verónica. Comenzó con unos estatuarios a pies juntos. Consiguió dos buenas faenas, con temple, rematando la segunda con un pase de pecho larguísimo. Luego sobraron algunos enganchones y bajó el nivel. Cerró con unas bernadinas ajustadas. Mató de pinchazo y estocada contundente y fue ovacionado, al igual que el toro.

En un festejo gris en su conjunto quedó flotando en el aire las buenas sensaciones que dejó Román, un torero al que le resta otra tarde en este San Isidro.

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