Perera malogra un triunfo por la espada y la terna empata a una oreja

El extremeño emborrona una faena coreada con palmas por bulerías · El Juli, a punto de desorejar a su segundo, denegando el usía el trofeo · Talavante, con el peor lote, le corta la oreja al rajado sexto

Miguel Ángel Perera, sustituto del lesionado Cayetano, jugándose los muslos, con el buen quinto toro de la tarde.
Miguel Ángel Perera, sustituto del lesionado Cayetano, jugándose los muslos, con el buen quinto toro de la tarde.
Francisco Orgambides

08 de agosto 2011 - 01:00

GANADERÍA: Toros de Jandilla y Vegahermosa (cuarto y quinto de la suelta) del mismo encaste y procedencia. Corrida de buena presencia a la que le faltó alguna chispa ofreciendo en conjunto distinto juego, entre el buen quinto que fue ovacionado y el rajado sexto. TOREROS: El Juli, de tabaco y oro, media estocada y descabello (OVACIÓN Y SALUDOS) y estocada corta (OREJA CON PETICIÓN DE OTRA) . Miguel Ángel Perera, de corinto y oro, sustituto del lesionado Cayetano, estocada delantera baja saliendo desarmado (OREJA) y pinchazo trasero, dos pinchazos más y estocada (VUELTA AL RUEDO). Alejandro Talavante , de verde botella y oro, pinchazo y estocada caída atravesada (OVACIÓN Y SALUDOS) y estocada baja (OREJA). INCIDENCIAS: Rozando la media plaza en tarde de poniente con calor. Saludaron tras parear Joselito Gutiérrez en el segundo sumándose al saludo el tercero, y Niño de Leganés en el cuarto. Hubo protestas para la Presidencia por no conceder la segunda oreja del cuarto.

La terna ha empatado a oreja en un festejo que ha tenido interés con el juego de los jandillas, con diferente pauta, pero que se han movido aunque echamos de menos un punto de chispa para llegar al nivel del aplaudido quinto.

Y se suele decir que días de mucho son vísperas de nada. Hubo mucho el sábado, un festejo en el que ocurría algo cada cinco minutos y que pese a duró casi tres horas, se nos hizo corto. Fue día de mucho pero no víspera de nada porque ayer, en la Plaza Real, también hubo cosas importantes, por más que lo emotivo del mano a mano de los estetas Morante y Manzanares, provoque resaca o síndrome de Sthendal, ese que empezaron a padecer algunos viajeros románticos ingleses cuando se sobredosificaban de belleza artística en Florencia.

Pero se impone el borrón y cuenta nueva y la plaza de El Puerto se entretuvo con las embestidas de los jandillas y se puso en pie con el importante arrimón de Perera ante el quinto de la suelta: el extremeño hubiera sido el claro triunfador del festejo de no haber fallado a espadas.

Cómo sería la cosa que después del tercer pinchazo todavía estaba la plaza ovacionando al torero. Imagino que a la hora de redactar estas líneas estarán el mozo de espadas y el ayuda dale que te pego al jabón Flota para quitar las babas del toro de la taleguilla. Perera dejaba llegar el hocico hasta los bordados y los pitones a los muslos. Fue un gran toro, el que más gustó del encierro, con movilidad y nobleza y un torero dispuesto, entregado y fiel a su concepto, buscando el triunfo con un nada desdeñable esfuerzo.

El primero del extremeño fue un toro que se movió a más aunque sin transmisión, pero le cortó la oreja acortando la distancia y poniendo el torero el pique que no tenía el sosete toro.

El Juli a punto estuvo de desorejar a su segundo, cosa que el presidente no permitió. Fue un toro de plana embestida que sin ser nada del otro mundo se movió ante un torero serio, firme, solvente y sobrado de oficio para armar faena y lucirse con el toro. Con su primero Julián López estuvo lo que se dice bien, pero el toro no aportaba nada: fue noble, tuvo fijeza, pero no transmitía.

Bien Talavante que saludó en su primero, el de más guasa de la tarde y que se quedó crudo. Correcto el torero aunque dio la impresión de que le toro estaba desbordando. No le anduvo a la zaga en complicaciones el sexto, rajado y que se colaba por el derecho. Talavante se fajó y atacó con la zurda persiguiendo al toro tras los escalofriantes cambios y arrancó la oreja que saldaba el empate.

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