Toros

Perera, por la Puerta Grande

  • El pacense, tras una faena con mando y otra con un arrimón, sale a hombros en Santander

  • Cayetano y Álvaro Lorenzo se marchan de vacío

Miguel Ángel Perera, en un arrimón en una de sus faenas.

Miguel Ángel Perera, en un arrimón en una de sus faenas. / Pedro Puente Hoyos / Efe

Con un público amable, festivo y poco exigente que casi llenó la plaza de Cuatro Caminos, la segunda corrida de toros de la Feria de Santiago, en el día del Patrón, se saldó con el triunfo de Miguel Ángel Perera, que consiguió abrir la Puerta Grande; entre tanto Cayetano y Álvaro Lorenzo se marcharon de vacío en un encierro compuesto por cuatro toros de Miranda y Moreno y dos de Fernando Sampedro, primero y tercero, siendo el que abrió plaza el toro que mejores virtudes ofreció para el triunfo.

Miguel Ángel Perera se impuso con mando ante el que abrió plaza, de buenas hechuras y acapachado, con prontitud y movilidad, aunque se quedaba corto. El pacense, tras ganar terreno a la verónica hasta los medios, perdiendo el engaño, destacó especialmente en un quite en el que combinó saltilleras y gaoneras. Tras un comienzo con pases por la espalda consiguió buenos muletazos por ambos pitones, cerrando en cercanías con un arrimón marca de la casa. Mató al primer envite y fue premiado con un trofeo.

El cuarto, musculado, se desgastó en una emocionante pelea en varas de la que salió victorioso el picador, Francisco Doblado. Perera, con el toro apagado, llegó al público fundamentalmente en un serio arrimón y tras una estocada desprendida fue premiado con otra oreja, que supuso el pasaporte para su salida a hombros.

Cayetano, que puso toda la carne en el asador, se marchó de vacío. Con el segundo toro, cuesta arriba, complicado, sin clase, se entregó con ansias de triunfo en una faena que comenzó por bajo. Lo más destacado lo logró en una buena tanda diestra. Falló con la espada.

Con el quinto, colorao, serio, Cayetano se estiró bien en los lances de recibo, dibujando dos buenas verónicas de manos bajas. Tras el tercio de varas, el toro perdió la alegría y acometió con nobleza, pero sin entrega ni transmisión en un trasteo laborioso y de escasa emoción.

Álvaro Lorenzo apuntó muy buenas maneras tanto con el capote como con la muleta. Debe corregir cuanto antes su manera de atacar en la suerte suprema –se suele dejar el brazo atrás–. Dio la talla ante el peor lote. Con el tercero, un toro cornidelantero, bajo, que se paró de inmediato, la faena, salpicada de buenos muletazos, no pudo alcanzar intensidad. Falló con la espada.

Con el sexto, que se paró pronto tras no embestir bien en el capote, Álvaro Lorenzo anduvo con reposo y sitio en una faena larga, robando pases por ambos pitones, con un brillante pasaje de suaves muletazos.

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