Bilbao | Segundo festejo de las Corridas Generales

Honores a El Cid en su adiós a Vista Alegre, donde cae herido De Justo

  • El sevillano y el cacereño, con un corte tremendo en la oreja izquierda, consiguen sendos trofeos

  • Solvencia del linarense Curro Díaz, que tuvo que pechar con tres toros

El Cid, en un natural a su primero toro, al que cortó una oreja.

El Cid, en un natural a su primero toro, al que cortó una oreja. / Javier Zorrilla / Efe

La corrida de Victorino Martín, seria en presentación y juego, fue exigente para Curro Díaz, que sufrió un escalofriante pitonazo bajo el ojo izquierdo; El Cid, quien se despidió de Bilbao, donde ha toreado en diecinueve corridas –ocho de ellas de Victorino–, cortando una oreja a su primer toro, y Emilio de Justo, que únicamente pudo matar a su primero tras un percance, del que consiguió un trofeo. Todo ello en una tarde con txrimiri.

El Cid, quien fue recibido con un aurresku en su despedida de la plaza bilbaína y una ovación cerrada por parte del público, dejó la impronta de su veteranía y de su capacidad ante victorinos. No en vano en 2007 obtuvo uno de los éxitos más grandes de sus carrera e hizo historia en el ruedo bilbaíno en una encerrona en solitario en Vista Alegre. A su primero lo recibió con temple a la verónica. A la postre, fue el único toro del encierro con franqueza en el capote. Brindó al abogado sevillano Joaquín Moeckel, en el callejón, y realizó una meritoria faena ante un ejemplar muy exigente, logrando los mejores muletazos por el lado izquierdo, el mejor pitón del toro. Tras una estocada caída, rodó el toro de manera fulminante y el diestro saltereño fue premiado con una oreja.

Ante el quinto, duro de pelar, El Cid lidió con pundonor, consiguiendo los mejores pasajes, nuevamente, al natural. Con los aceros estuvo mal.

Curro Díaz tuvo que enfrentarse a tres toros por el percance de su compañero Emilio de Justo. No le llegó el agua al cuello. El linarense se esforzó lo suyo para hilvanar faena ante el que abrió plaza, un toro hondo que se quedaba debajo de las telas. Consiguió muletazos estimables con la diestra. Mató de estocada y fue ovacionado.

El cuarto, con agujas finísimas, era de respeto y fue el de peor del encierro, desarrollando un acusado peligro. Curro Díaz, muy firme, aguantó el temporal y en una de las oleadas sufrió, cuando toreaba con la diestra, un pitonazo debajo del ojo izquierdo. El jiennense continuó como si nada hasta finalizar un trasteo que culminó con un pinchazo y una estocada.

Ante el sexto, complicado, Curro Díaz realizó un trasteo pundonoroso que rubricó con una estocada para ser ovacionado.

Emilio de Justo, que debutaba en esta plaza, rezumó torería y seriedad ante el tercero, un toro exigente e incierto. El torero alcanzó grandes cotas de pureza con la franela, citando con verdad, tirando al máximo del toro y jugándose el pellejo en cada muletazo. Todo ello hasta que en el epílogo, en unos naturales a pies juntos, el toro le prendió. El cacereño, que se levantó machacado por la voltereta y tocándose su oreja izquierda, por donde sangraba abundantemente, entró a matar y tras un pinchazo en el que pareció que se le resbaló la mano por el pomo de la espada, propinó una estocada definitiva para cobrar una oreja y pasar a la enfermería.Al término del serio y accidentado festejo, el público despidió a Curro Díaz y a El Cid con sendas ovaciones, entre tanto Emilio de Justo era trasladado a un hospital.

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