Historia de un tercio de banderillas
Juan José Padilla y Miguel Ángel Perera salen a hombros tras desorejar sendos toros de Gavira y un inspirado y capaz Morante de la Puebla, con un lote muy deslucido, corta una oreja en su primero
Toros. La anunciada corrida de Victoriano del Río se remendó con tres toros de Gavira, segundo, cuarto y sexto. Los titulares, mansos y muy deslucidos, sin raza. Los de Gavira, buenos cuarto y sexto, e incierto y con peligro el segundo. De presentación, como es lógico, desigual. Matadores: Juan José Padilla:, de verde botella y oro, estocada desprendida (OVACIÓN Y SALUDOS) y buena estocada (DOS OREJAS). Salió a hombros. Morante de la Puebla, de azul ultramar y oro, casi entera (OREJA) y media baja (OVACIÓN Y SALUDOS). MIGUEL ÁNGEL PERERA, de caldera y oro con cabos negros, sustituyendo a Manzanares, pinchazo y buena estocada (SILENCIO) y estocada desprendida (DOS OREJAS). Salió a hombros. Incidencias. Tres cuartos de entrada con aire fresco que molestó en el ruedo. Saludó tras parear Joselito Gutiérrez en el sexto. Presidió Rafael Carrero. Buen trabajo de la banda de música del maestro Domingo Díaz
Menos mal que la corrida de Victoriano del Río se remendó con tres toros de Gavira, porque fueron los que embistieron, con la excepción del que le tocó a Morante, procedente del Soto de Roma.
Así los otros dos espadas, Juan José Padilla y Miguel Ángel Perera contaron con sendos toros para el triunfo, los desorejaron y abrieron la puerta grande en un festejo que tardó en entrar en calor.
Porque en la primera parte lo bueno llegó a cargo de Morante, con esos chispazos de toreo de calidad que pudo componer con su primero. Pero lo mejor llegó con la segunda parte, a partir de la magia de un tercio de banderillas que cambió la corrida.
La tarde comenzó con un ambiente frío que Padilla no pudo calentar con su primer victoriano. Fue un toro parado, sin casta, deslucido, de esos que hay que empujarlos por atrás para que embistan. Juan José puso mucha voluntad con la muleta y cuajó un buen tercio de banderillas pero sus ganas se estrellaron contra el toro.
El primero de Morante, de Gavira, le permitió dejar destellos que saboreó goloso el público, en los lances de recibo y con la zurda en la muleta, andándole al toro. Fue un animal distraído de salida, que sufrió dos volteretas y que fue a peor, desarrollando sentido, mirando y planteando problemas que no afligieron a Morante, que no se cansó de estar en la cara del toro intentándolo. Le dieron una oreja pero no era para premio, porque el relato de su labor fue eso, intentos afanosos y chispazos de calidad, pero qué chispazos.
Perera, en el toro que cerró esa primera mitad, dio la impresión de que no le cogía el tranquillo a aquello. Cierto es que este toro de Victoriano del el Río era deslucido por soso, pero hubo un trasteo borroso e irregular que fue silenciado.
Lo bueno llegó en la segunda parte y el tercio de banderillas fue el catalizador que puso a bullir la tarde. Fue con un toro de Gavira que en los primeros pases de muleta mostraba su buena condición. Padilla ofreció banderillas a sus compañeros. Perera rehusó pero Morante, como hace cuatro años, tomó los palos. Abrió el nuevo Ciclón de Jerez ganando muy despacio la cara del toro y cuadrando en la encornadura.
Tras la gran ovación Morante, muy en corto, con toda la sal del mundo y casi andando, dejó un par con toda la marchosería de aquellos banderilleros antiguos, la figura alada, saliendo andando con las plantas bien asentadas. Soberbio. La gente en pie.
Cerró Padilla con un par desde el estribo, colosal, Morante fue presto a acompañarlo a jugar con el toro. La reciedumbre y poder de Juan José, frente a la sal y serena naturalidad del sevillano, juntos jugueteando y recortando al buen toro de Gavira, pusieron a la plaza en pie, tocando por bulerías. Un momento para vivirlo.
Padilla armó una faena de menos a más, creciente, desde los iniciales doblones, con los mejores momentos sobre la mano derecha y un cierre marca de la casa de rodillas. El toro gustó mucho al público y Padilla, además de sus dos armas toreras, contó con dos aliados, Morante de la Puebla como se ha dicho, y Manuel Horta, que le cantó desde el tendido un elogioso fandango. El público, Jerez, pidió con fuerza las orejas para su torero: fue profeta en su tierra.
Lástima que a Morante no le tocara otro toro así. Aunque el quinto tuvo peligro, Morante le echó afición; ante la guasa del toro puso muchas ganas y predisposición, porfiando sin cansarse, poniéndole la muleta con la zurda. Nos puso en vilo, pero no pudo ser. Eso sí, ha dejado el mejor cartel para hoy el de La Puebla.
Y Perera puso por fin mostrarse con el sexto, toro noble de Gavira, que le permitió adentrarse en los terrenos del toro y ligar muy en corto sobre ambos pitones, a dos dedos de la taleguilla, templando y eslabonado los pases dejando la muleta en la cara del astado. Frente a la nobleza, dominio y firmeza en otra labor ascendente, que puso broche de oro a la tarde. Padilla y Perera salieron a hombros, pero Morante...
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