Corrida del Domingo de Resurrección en Sevilla

Manzanares salva la tarde

  • El alicantino consigue el único trofeo por una faena marcada por la elegancia

  • El Juli y Roca Rey, de vacío

  • Floja corrida de Victoriano del Río

Las imágenes de la corrida de toros del Domingo de Resurrección en Sevilla

Las imágenes de la corrida de toros del Domingo de Resurrección en Sevilla / José Ángel García

Máxima expectación y cartel de No hay billetes en una Maestranza inmaculada como escenario para un cartel de lujo e inédito en la Corrida del Domingo de Resurrección, comienzo de la temporada sevillana con el madrileño El Juli, triunfador de la pasada Feria de Abril; el alicantino-sevillano Manzanares y el limeño Roca Rey, fenómeno de masas.

En los tendidos, el reencuentro con nuestros compañeros de localidad, nuestros amigos, entre más de doce mil almas ávidas de esa flor de gloria y tragedia que es la Fiesta de los toros.

Con una floja corrida en conjunto de Victoriano del Río, de desiguales hechuras, Manzanares salvó la tarde del Domingo de Resurrección, que suele ser de decepción, consiguiendo el único trofeo del festejo por una faena presidida por la elegancia y que coronó con una estocada en la suerte de recibir que por sí sola era de premio. Una obra de nota ante el quinto, un toro con una salida dubitativa en la que miró hacia chiqueros y que tardó mucho en definirse, hasta llegar a banderillas. Luego, en la muleta embistió con franqueza por ambos pitones. Y Manzanares sacó su fibra artística con la diestra, con remates preciosos, acompasando la embestida del animal bajo los sones de Cielo Andaluz -el pasodoble preferido del alicantino-, interpretado magistralmente por la Banda de Música Maestro Tejera, con parte del público coreando ¡ole! Lo mejor llegó en una serie diestra vaciando por abajo y al natural también cuajó una gran tanda. Entre las ráfagas de arte, un pase de pecho en redondo y un trincherazo resultaron puro almíbar.

Manzanares, ante el segundo, que se rajó pronto y humillaba, pero sin clase, cuajó un gran quite por chicuelinas y realizó una faena tesonera, en la que bajó la mano en varias tandas, destacando algunos muletazos con la derecha -el mejor pitón del toro-.

El Juli, que ganó terreno con suaves verónicas pese al viento, realizó una faena con brindis a Mario Vargas Llosa, que resultó desigual, con algunos pasajes de toreo despacioso, ante el astifino que abrió plaza, aplaudido de salida y que resultó noble, aunque flojeó en exceso tras desgastarse en varas.

En el cuarto, al que apenas picaron, El Juli volvió a manejar bien el capote a la verónica y comenzó el trasteo con bellos muletazos genuflexos. Todo se desmoronó con un toro reticente por su falta de recorrido.

Roca Rey se dejó crudo a su lote. El tercero, pese a que no lo picaron, no tuvo gas ni clase. El torero se entregó en una labor que no caló ante un toro deslucido.

Ante el sexto, alto y largo como un tranvía, Roca se esforzó sin reservas en una labor larguísima ante un animal muy alto y largo, que se quedaba cortísimo. Tras un quite muy aplaudido por chicuelinas, realizó una faena entre algunos gritos de ¡Uyyy! por algunos espectadores cuando el animal se coló. El diestro, con mucho valor, comenzó con unos estatuarios y cerró con unas bernadinas ajustadísimas, con un segundo tramo encimista en el que robó literalmente los pases metido entre los pitones del toro. También gritaron algunos: "¡Eso no gusta aquí!". En cualquier caso, fue muy meritoria la entrega del torero limeño.

Como viene sucediendo en las últimas ediciones, el espectáculo del Domingo de Resurrección no estuvo a la altura de la gran expectación creada y se saldó, como el año pasado, con un solo trofeo, en este caso como premio a la elegancia que imprimió en su toreo José María Manzanares, sin olvidar su estocada en la suerte de recibir.

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