Crónica de la segunda novillada de Sevilla

Álvaro Burdiel muestra sus credenciales

  • El sevillano formado en Madrid dio una vuelta al ruedo en el toro de su presentación en la Maestranza

  • Jaime González-Écija, que perdió una oreja con la espada, y Pablo Páez también se marcharon sin trofeos en su haber

Álvaro Burdiel dando un plástico muletazo sobre el ruedo de la Maestranza en la tarde de ayer.

Álvaro Burdiel dando un plástico muletazo sobre el ruedo de la Maestranza en la tarde de ayer. / Juan Carlos Muñoz

La plaza de la Maestranza cerró su intenso mes de mayo, en el que ha habido ocho festejos, con una novillada de Villamarta bien presentada a la que Pablo Páez, Jaime González-Écija y Álvaro Burdiel no consiguieron cortar ni una oreja. El astigitano anduvo cerca de llevarse un trofeo en el segundo, pero falló con la espada y la afición se guardó el pañuelo. Algunos si lo mostraron tras el tercero, primero de Burdiel en el coso de El Arenal, pues estaba debutando. La petición no fue mayoritaria y se tuvo que conformar con dar una importante vuelta al ruedo.

Paéz, que fue una de las sensaciones en el pasado circuito de las novilladas de Andalucía en la que indultó un novillo de El Parralejo en Sanlúcar de Barrameda, tuvo la actuación más discreta de los tres protagonistas, aunque puso el listón alto recibiendo al primero de la novillada a portagayola. Fue el principio de una faena trompicada que fue de menos a más, pero que nunca conectó con los tendidos, cariñosos con los jóvenes aspirantes a toreros. El cuarto tampoco aportó mucho. El público no se emocionó en ningún momento y sólo se sorprendió por el cuarto de estocada que resultó ser certera con el novillo. El rondeño, ante una res corta de viajes y sin un pase, no tuvo más remedio que abreviar.

Jaime González-Écija desplegó todo su repertorio en la Maestranza. Jaime González-Écija desplegó todo su repertorio en la Maestranza.

Jaime González-Écija desplegó todo su repertorio en la Maestranza. / Juan Carlos Muñoz

González-Écija, que llegaba a Sevilla tras su reciente éxito en la reapertura del coso de su tierra y un relevante triunfo el pasado domingo en Córdoba, completó una meritoria actuación, aunque sin llegar a cuajar faenas que el aficionado vaya a recordar en el futuro. En la primera se mostró elegante con la muleta, alargando la embestida y haciendo sonar a la banda del Maestro Tejera. La temperatura de la lidia subió y sólo una mala estocada trasera y en dos tiempos le privó de que los aficionados sacaran sus pañuelos tras un trasteo discontinuo e intermitente. Escuchó un aviso, pero también los aplausos de los tendidos. En el quinto del día estuvo correcto y dio innumerables pases sin el efecto deseado. Voluntad sin transmisión que desembocó en una muerte anodina del animal.

Por último, el debutante Burdiel pisó fuerte en su primera vez sobre el albero maestrante, donde estrenó apoderamiento del maestro Ortega Cano, fue finalista de las novilladas del circuito madrileño. Capeó con gustó y no dudó en arrodillarse con la muleta. Anduvo profesional y resolutivo, provocando aplausos y pasodobles. Y justificando su presencia en los carteles posferiales de Sevilla. Fue el encargado de cerrar la tarde con una faena que comenzó prometiendo emociones fuertes, pero mutó en intermitente y sosa. El sevillano, que pareció no convencerse a sí mismo, no terminó de cogerle el aire.

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