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Madrid/La conducta suicida en niños y adolescentes se ha disparado en los últimos tres años con 1.949 intentos de quitarse la vida entre 2020 y 2022, según un estudio de la Fundación ANAR que hace hincapié en 2022, con 906 tentativas hasta el mes de agosto, la cifra más alta de los últimos diez años.
El estudio sobre la Conducta Suicida y Salud Mental en la Infancia y la Adolescencia en España (2012-2022) analiza casi 600.000 peticiones de ayuda relacionadas con conducta suicida que responden a los múltiples tanteos que hacen los menores, que necesitan varias llamadas para expresar lo que les ocurre y casi 10.000 intervenciones, y constata que en diez años los intentos de suicidio se han multiplicado por 26.
En total, la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo), que tiene una línea de ayuda telefónica a través de los números 900 202010 y 600 505152, ha atendido en los últimos diez años 9.637 casos de conductas suicidas de niños y adolescentes, de los que 3.097 ya habían iniciado la tentativa de quitarse la vida.
"¿Qué habría sido de estos 3.097 niños en situación extrema si la Fundación ANAR no hubiese intervenido?", se ha preguntado, en rueda de prensa, el director de programas, Benjamín Ballesteros.
También la ideación suicida suma en estos tres años el 63% de las intervenciones atendidas, de las que 2.278, el mayor pico de la década, han tenido lugar en estos últimos ocho meses.
En rueda de prensa, la directora de las líneas de ayuda de ANAR, Diana Díaz, ha subrayado que la conducta suicida es síntoma de un problema serio que hay detrás pero "la visión de túnel" del menor le impide ver la salida.
El objetivo de ANAR es ayudar a los menores a buscar una solución, conseguir apoyo para su entorno familiar e identificar dónde tienen que acudir, para ello hay una guía de recursos sociales con más de 16.000 puntos de ayuda .
El hecho de que los casos se disparen en los años del Covid se debe a la plena digitalización de los menores y a que la pandemia ha acrecentado problemas de salud mental con un aumento de las autolesiones, que son un predictor de la conducta suicida, ansiedad, depresión y trastornos de conducta.
El 57% de las llamadas a los teléfonos de ayuda de ANAR las realizan niños y adolescentes si bien han crecido las de amigos o conocidos e incluso educadores, que suman ya el 45%.
Cuando la consulta la realiza una persona adulta en el 85% de los casos se trata de un familiar y en el 71%, de la madre.
La edad del niño o adolescente con conducta suicida se mueve en un intervalo de 13 a 17 con una media de 14 años en el caso de ideación y de 15 cuando es tentativa.
El nivel de estudios en un 62,6% de los casos es alumnado de Secundaria, un 14,8% está en Primaria y un 13,9% cursa Bachillerato.
Destaca que el rendimiento es bajo en el 56% de los casos, igual que la satisfacción escolar (66,7%). No ocurre lo mismo con los menores de 10 años, donde se observa un rendimiento y satisfacción alto.
Las consultas por conducta suicida de menores de familias migrantes prácticamente se han duplicado en los últimos años pasando del 24% en 2019 al 41% este año.
De hecho, una adolescente de 13 a 17 años, de familia migrante, víctima de agresión sexual, con antecedentes de fuga y autolesiones es uno de los perfiles más frecuentes y cuando entra en contacto con ANAR ya ha iniciado el intento de suicidio.
Nueve de cada diez menores que presenta esta conducta vive con algún familiar, el 47,6% con ambos progenitores y un 28% sólo con su madre. A lo largo de estos años, el porcentaje de familias monoparentales se ha ido reduciendo, mientras que ha ido aumentando el de familias migrantes.
El acoso escolar y el ciberbulling son el problema que más predomina entre los menores con ideación suicida, seguido del maltrato físico y psicológico y la agresión sexual por alguien cercano a la víctima.
También la violencia de género padecida en el entorno puede tener un efecto traumático generando miedo, terror e impotencia.
En el 70% de los casos, los menores sufren estas situaciones diariamente y un 68% lleva más de un año con el problema que en el 86% de los casos es de gravedad alta.
Pese a este escenario, sólo el 44% de los niños ha recibido tratamiento psicológico.
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