Los empleados del hogar están más cerca de conseguir derechos

La Organización Internacional de Trabajadores aprueba un tratado que garantiza las condiciones laborales de las amas de casa · El acuerdo debe ser ratificado por cada país

Isabel Saco (Efe) / Ginebra

07 de agosto 2011 - 05:01

Los empleados domésticos del mundo, unos 100 millones de personas, de las que el 90% son mujeres, cuentan ya con una convención internacional que les garantiza, por primera vez, los mismos derechos y condiciones que el resto de trabajadores. Se trata de un avance trascendental que ahora debe ser seguido por la ratificación de la norma en cada país.

La aprobación de la convención por parte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estuvo rodeada de emoción y su director general, el chileno Juan Somavia, no dudó en calificarla de "momento histórico" y de "paso concreto para hacer del trabajo doméstico un trabajo decente".

La informalidad en la que suelen realizar su actividad hace difícil contar con una cifra certera de trabajadores en esa categoría, pero varias investigaciones independientes coinciden en afirmar que son más de 100 millones las personas contratadas en estas circunstancias, la gran mayoría mujeres.

Según un informe de la agencia de Naciones Unidas, el 56% de los empleados domésticos trabajan en circunstancias en las que no existe ninguna ley que limite sus horarios de trabajo, y el 45% no tiene derecho a tomar ni siquiera un día de descanso a la semana.

Somavia quiso "rendir homenaje" a las organizaciones sindicales que lucharon durante años para hacer realidad esta convención, cuyo preámbulo dice: "los trabajadores domésticos son trabajadores. No son sirvientes ni miembros de la familia".

La coordinadora de la Red Internacional de Trabajadores Domésticos, Karen Pape, reconoció que los gobiernos tendrán que dar muestra de voluntad política para ratificar la convención y que su contenido se incorpore en la legislación nacional.

Además, recordó que varios países africanos ya cuentan con leyes que protegen a esa categoría de trabajadores o prometieron avalar rápidamente la convención, con lo que "sería una vergüenza que tantos países africanos aprobasen el decreto y los industrializados, no". Todo ello en vista de que tras la aprobación del texto en la conferencia de la OIT, en la que participan representantes de gobiernos, sindicatos y patronales de 193 países como Suiza, Holanda, Canadá y Estados Unidos, dijeron que podrían encontrar dificultades de orden "técnico" para su ratificación.

Para la activista, un aporte fundamental de la convención es su "enfoque integral" al tratar como empleados de pleno derecho a los trabajadores domésticos, contratados a tiempo completo o parcial, vivan dentro o fuera del domicilio donde realizan sus labores, o sean inmigrantes o ciudadanos nacionales.

La nicaragüense María del Carmen Cruz, representante de la Asociación de Trabajadoras Domésticas de Costa Rica, país donde reside, afirmó sentirse "emocionada porque esta nueva norma reconoce que tenemos los mismos derechos que el resto, como seres humanos, trabajadoras, mujeres e inmigrantes".

Marcelina Bautista, presidenta del Centro de Capacitación de Empleadas del Hogar de México, consideró que "ahora por fin llega el momento de una importante lucha para que los países ratifiquen esta convención" y así "acabar con la discriminación, precariedad y explotación que impera en nuestra actividad".

"No lo puedo describir. Somos trabajadoras del hogar que hemos venido de cinco continentes, de distintas lenguas, pero nuestras realidades son las mismas. Ya se ha cumplido el sueño de tantas compañeras que lucharon antes que nosotras", dijo en su discurso con lágrimas en los ojos Ernestina Ochoa, peruana y vicepresidenta de la Red Internacional de Trabajadoras del Hogar.

Entre los derechos que la convención garantizó para ese colectivo figuraron los de asociación y negociación colectiva, a la seguridad social, al sueldo mínimo, a un horario de trabajo diario y un día libre a la semana como mínimo.

Asimismo, declaró la eliminación de cualquier forma de trabajo forzado enmascarado, así como de la explotación infantil en determinados empleos.

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