Era 9 de agosto de 1990. Jennifer Shuett vivía junto a su madre en Dickinson (Texas). Era una niña con miedo a la oscuridad y con frecuencia dormía junto a su madre para sentirse más protegida. Pero aquella noche Ellen, la madre de Jennifer, le pidió que durmiera sola porque a la mañana siguiente tenía que despertarse muy temprano.

El secuestro y la agresión

En mitad de la madrugada un hombre que se hizo pasar por policía irrumpió en la habitación de la pequeña y se la llevó consigo bajo la promesa de que no le pasaría nada. El hombre, al que luego identificarían como Dennis Earl Bradford, condujo hasta una zona de campo y allí asaltó sexualmente a la pequeña. Después trató de asfixiarla y cuando Jennifer ya había perdido el conocimiento le hizo un profundo corte en la garganta y la abandonó, creyéndola muerta.

La suerte hizo que el cuerpo de la pequeña cayera sobre un hormiguero y fueron los bocados de éstas los que hicieron que la niña recobrara el conocimiento a pesar de la gravedad de su estado. Trató de pedir ayuda con la voz, pero no pudo, por lo que, con las fuerzas que le quedaban, alzó un brazo. Cerca de ella había unos niños jugando que la vieron y la socorrieron.

Esa misma mañana la madre de Jennifer denunció su desaparición al ver que su hija no estaba en la cama y se activó un protocolo para buscarla.

La pequeña Jennifer fue inmediatamente trasladada al hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte, y estuvo varias semanas ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos hasta que finalmente comenzó a recuperarse.

La pequeña se recuperó

Las cuerdas vocales de la pequeña habían quedado tan dañadas que la niña estuvo varios meses sin hablar. No obstante, fue capaz de escribir varias notas en las que describía, con gran precisión, cómo era su agresor e incluso cómo se llamaba, algo que sorprendemente recordaba. Al tiempo y contra todo pronóstico, Jennifer comenzó a recuperar su voz.

Nota que redactó la pequeña para localizar a su agresor

A pesar de que los investigadores buscaron al hombre que había violado e intentado matar a la menor, pasaron casi 20 años hasta que dieron con él gracias a unas pruebas de ADN que pudieron analizarse con técnicas más avanzadas.

Cuando los agentes llamaron a declarar a Dennis, éste que estaba casado y hacía una vida medianamente normal, se rompió emocionalmente y confesó los hechos.

La detención de Dennis

Durante el interrogatorio, Dennis explicó a los agentes: “No pasa un solo día en el que no vea a esa niña. Ella era inocente. Y yo era un enfermo, desquiciado, golpeado, pequeño y jodido gamberro”. Tras relatar el asalto y autodenominarse “animal salvaje”, el detenido aseguró que jamás supo por qué le cortó el cuello.

Cuando los policías le informaron de que aquella niña, a la que dio por muerta, seguía con vida, Dennis comenzó a llorar desconsoladamente. “Gracias a Dios. ¿Está viva? No tienen idea de lo mucho que he rezado por eso”, dijo. Bradford fue acusado de secuestro, agresión sexual e intento de asesinato capital.

Antes de que se celebrara el juicio por el caso éste ingresó en prisión de manera provisional. El 10 de mayo de 2010 Dennis acabó con su vida en la celda en la que dormía y nunca pudo ser juzgado por el caso de Jennifer Shuett.

La vida de Jennifer en la actualidad

Por su parte Jennifer, que ya era una mujer, se dedicó a dar charlas acerca de la supervivencia. Cuando su agresor se suicidó, de hecho, acudió a su tumba y leyó una carta en voz alta para clamar justicia.

En la actualidad Jennifer Shuett se dedica a dar charlas y ponencias así como a participar en grupos de apoyo a víctimas de ataques sexuales.

“Espero que mi caso”, dijo Jennifer Schuett, “sirva de recordatorio a todas las víctimas de delitos violentos para que nunca pierdan la esperanza de buscar la justicia, por mucho tiempo que lleve o por muy duro que sea. Con determinación y usando tu voz para hablar, eres capaz de todo”, concluyó la superviviente en una de sus charlas.