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La Policía Nacional comunicaba ayer, día 29 de mayo, a través de sus redes sociales que habían detenido a un hombre que podría ser el asesino de Tatiana Coinac, una mujer que en marzo aparecía muerta en la bañera de su vivienda en Oviedo.
Los hechos tuvieron lugar el 9 de marzon pero el cuerpo de Tatiana no se encontró hasta unos días más tarde, el 12, con signos de violencia extrema. Tania, que era como la llamaban sus amigos, era trabajadora sexual y quien dio la voz de alarma fue su madre después de estar varios días sin comunicarse con ella.
La posición en la que encontraron a la mujer hizo pensar a los investigadores, en un primer momento, que habría sufrido un accidente doméstico o que incluso se había suicidado. Pero estas ideas quedaron descartadas después de analizar su cuerpo.
Tenía siete costillas rotas y un fuerte golpe en la cabeza. También desecharon el móvil sexual, ya que no había signos de que se hubiera producido una agresión en estos términos. Según las conclusiones del segundo día de investigaciones, Tatiana Coinac habría fallecido en otro lugar del piso y habrían trasladado su cuerpo sin vida a la bañera, donde la encontraron los agentes.
Ahora se sabe que las investigaciones han llevado a los agentes hasta Pola de Lena, una localidad de Asturias en la que reside el sospechoso de la muerte de Tatiana.
La secuencia en la que se trabaja apunta a que el asesino la mató en la habitación, tras atarla a la cama, y después la trasladó al cuarto de baño, donde intentó eliminar cualquier prueba.
El carácter extremadamente violento del asesinato, con ensañamiento, refuerza la hipótesis de que el autor del crimen pudiera haber actuado en otras ocasiones, en otros escenarios, y habría dejado otras muestras de ADN. De hecho, se apuntaba a una persona con antecedentes por casos de violencia contra las mujeres.
El hallazgo de una huella biológica del asesino podría haber resultado clave para resolver el crimen. Los investigadores de élite de la Policía Nacional desplazados a la capital asturiana trabajaban con los perfiles genéticos en la base CODIS, un registro de perfiles de ADN de autores de hechos delictivos graves, tanto anónimos como fichados y condenados, para buscar coincidencias.
La operación para localizar el sospechoso llegaba a su fin ayer, lunes, después de que varios controles de la Guardia Civil se instalaran en los accesos a la localidad asturiana.
Según fuentes cercanas a la investigación, el detenido era militar o lo había sido años atrás, y tenía antecedentes por un caso de violencia de género. Este hecho refuerza la hipótesis de que podía ser alguien reincidente.
En el momento de la detención el sospechoso residía en Pola de Lena con su pareja, y, de hecho, habría sido con el vehículo de ella con el que se habría desplazado a Oviedo el día del asesinato.
Según ha trascendido a los medios, han sido las grabaciones de unas cámaras de seguridad las que habrían situado al presunto asesino llegando al domicilio de la víctima con el coche de su pareja y abandonando las inmediaciones unas horas después. De momento la investigación continúa abierta y se desconoce si éste ha reconocido los hechos puesto que se ha decretado el secreto de las actuaciones.
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