Semana Santa

El valor y la entrega de los valientes

  • La hermandad de la Agonía inicia desde el patio de los Naranjos el recorrido más largo de la jornada para llegar a su barrio

LA hermandad de la Agonía lo tiene claro. El cielo está completamente despejado para iniciar su estación de penitencia sin ningún tipo de temor, a pesar de lo vivido el pasado año cuando su titular tuvo que refugiarse en una nave del polígono Chinales a causa de la lluvia. Minutos antes de la hora marcada para la salida en el interior de la Mezquita-Catedral se pueden palpar los nervios, las emociones, la devoción y la fe por el "Moreno del Naranjo", que inicia su recorrido desde este templo para llegar hasta el que es su barrio. Mientras tanto, en el patio de los Naranjos centenares de fieles esperan ser testigos del momento.

Poco antes de las 17:30 la cruz de guía, acompañada por un pequeño cortejo de niños, sale del templo. La emoción comienza a aflorar entre los fieles, muchos de ellos vecinos de El Naranjo, que acuden al encuentro con el que es y siempre será su Señor. Dos filas perfectas de nazarenos salen a los pocos segundos a la calle. Muchos de ellos cierran durante unos segundos los ojos para poder acostumbrarse a la luz del sol después de haber estado acompañando al Cristo de la Agonía envueltos en la luz tenue que ilumina el interior de la Mezquita.

Los costaleros comienzan a dar los primeros pasos. Saben que aún les quedan muchas horas por delante para finalizar el recorrido, pero no escatiman en esfuerzos para conseguir que su Cristo luzca imponente ante los que son sus fieles. El capataz dirige con tesón a sus valientes para que el paso avance despacio, pero sin pausa, y, sobre todo, derroche elegancia. "José María hoy vas a dar tus últimas chicotás, pero no tengas pena. Tu vocación ha sido tardía, pero muy intensa", le dice a uno de los costaleros antes de tocar por primera vez el llamador para ordenar la primera levantá. Segundos después el paso se pone en pie y avanza, mientras le acompaña la Banda de Música de Nuestra Señora de la Salud.

Este Martes Santo no hay prisa para llegar al barrio del Naranjo cuanto antes por la amenaza de lluvia. En esta ocasión es el momento de hacer una estación de penitencia con calma, sintiendo cada uno de los pasos que se avanzan y palpando el dolor del Cristo de la Agonía después de ser crucificado. "Este año vamos a poder hacer nuestra estación de penitencia como Dios manda", anima el capataz a sus costaleros.

Y es que al fin, la Agonía, después de que hace tres años iniciara por primera vez su recorrido desde la Mezquita-Catedral, consigue por primera vez llegar hasta la parroquia de Santa Victoria sin tener que desafiar a los nubarrones negros y a la lluvia. Ahora es el momento de que los valientes de El Naranjo descansen para poder afrontar dentro de un año de nuevo el duro reto.

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