Semana Santa

Un funeral íntimo al calor de las velas en La Compañía

  • l misericordiaCientos de fieles visitan a Jesucristo del Santo Sepulcro y a la Virgen del Desconsuelo, que no salieron en procesión

No rompió ayer el silencio el sonido de la carraca, ni la música de capilla que habitualmente acompaña al paso del Sepulcro pudo deslizarse entre el gentío. La hermandad de la iglesia de La Compañía también se vio obligada por el mal tiempo a cancelar su estación de penitencia. La decisión fue dura y el cabildo de aguas solicitó media hora de tregua, un tiempo insuficiente para que pasara la tormenta. Y lo cierto es que la borrasca no se esfumó: continuaron los nubarrones y siguió la llovizna mientras los cordobeses, ávidos de procesiones después del final adelantado del Jueves Santo, empezaban a asimilar que el Viernes Santo se había acabado. El cielo no dio esperanzas.

La Compañía permaneció cerrada a cal y canto durante toda la tarde mientras los devotos se arremolinaban en la plaza. Los hermanos vivieron en el interior un vía crucis. Pasadas las nueve, cuando las puertas del templo se abrieron, la cola de ciudadanos que aguardaba para visitar a Nuestra Señora del Desconsuelo en su Soledad y al Señor del Sepulcro llegaba casi a la plaza de Las Tendillas a pesar del frío de la última hora de la tarde y de la amenaza de lluvia.

La oscuridad llenaba la amplísima nave de la Compañía, sólo iluminada por los cirios encendidos de los pasos. Y la música de capilla invitaba a guardar silencio, una quietud sólo rota por los flashes de las cámaras de fotos. Fuera, la inquietud por la tardanza en abrir la puerta se mezclaba con el sentimiento de una tarde frustrada de Viernes Santo: "El año que viene lo cogeremos con más ganas", intentaba consolar una joven a otra, ambas ataviadas con las túnicas de penitencia de otras hermandades. "El tiempo no ha fallado estaba vez", comentaba un hombre poco crédulo con las previsiones meteorológicas después de lo ocurrido en los últimos días.

Dentro de la Compañía, sólo alumbrada por la llama de las velas, todas las conversaciones se apagaban. En el centro de la nave, ante el altar: los pasos de Jesucristo del Santo Sepulcro y Nuestra Señora del Desconsuelo en su Soledad, envuelta en la música del grupo Cantabile. A muchos impresionó la oscuridad rota por la luz amarillenta de la cera, el silencio interrumpido por la música de capilla, la penumbra de los altares barrocos entre la espesura del incienso. El número de fieles que acudió al sepelio fue incesante hasta bien entrada la noche.

"Impresiona sentir tanto silencio, tanta solemnidad", intentó describir una vecina del centro postrada ante el paso de la Virgen del Desconsuelo. El hermano mayor del Sepulcro, Enrique León, agradeció la asistencia: "Es un honor que el pueblo de Córdoba responda de esta manera". "La decisión ha sido muy difícil de tomar, pero los pronósticos daban un 70% de probabilidad de precipitaciones a horas en que estaríamos en la calle", dijo León. Y lo cierto es que no erró.

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