Semana Santa

Y la fe espantó a la lluvia

  • El agua impide la salida de la Borriquita, hermandad que abre la jornada procesional, y amenaza levemente con empañar las estaciones de penitencia del resto de las cofradías

Una hermana de la Borriquita muestra su desconsuelo tras suspenderse la estación de penitencia por la lluvia.

Una hermana de la Borriquita muestra su desconsuelo tras suspenderse la estación de penitencia por la lluvia. / Reportaje GRáfico: Juan Ayala y Jordi Vidal

Era la crónica de una frustración anunciada. Las profecías meteorológicas dictaban que la Borriquita no iba a salir en procesión desde San Lorenzo y el cielo acabó cumpliendo esas profecías para ser inmisericorde con la estación de penitencia que abre el Domingo de Ramos cordobés, y lo acabó siendo justo en el año en el que su imagen mariana, la Virgen de la Palma, cumple 25 años de su bendición, y a los pocos meses de que Francisco Figueroa se estrenara como nuevo hermano mayor.

Tan claro tenía la hermandad lo que iba a ocurrir que tras la bendición de las palmas, después de las 10:00, la hora prevista de salida, el diputado mayor de gobierno, Víctor Martínez Pozo, anunció que se suspendía la estación de penitencia. "La previsión meteorológica da lluvias para las próximas horas, podría mejorar a partir de las 12:00, pero la hermandad no se arriesga a que suceda lo que en 2016, cuando nos pilló la lluvia en Las Tendillas y nos tuvimos que meter en el instituto Góngora; en la actualidad la hermandad no tiene ningún tipo de refugio hasta la Catedral y en función de lo que pueda ocurrir se ha decidido suspender", detalló Eloy Moreno, uno de los hermanos de la Borriquita. "Ya que llueve, que llueva bien, que esto es aguachirri", se quejaba una de las hermanas de la Borriquita que, vestida de nazarena, abrazaba a su hija a las puertas de San Lorenzo en un intento de aliviar esa frustración que para ellas suponía que se ahogue la ilusión de algo esperado durante un año. Esa lluvia al más puro estilo londinense continuaba sin prisa pero sin pausa, cayendo como un jarro de agua fría sobre quienes esperaban a que se abrieran las puertas del templo para contemplar los pasos de Nuestro Padre Jesús de los Reyes y María Santísima de la Palma. Las puertas se abrieron y los titulares de La Borriquita recibieron a cientos y cientos de fieles hasta primeras horas de la tarde.

Las mismas profecías meteorológicas anunciaban que las cinco procesiones de la tarde del Domingo de Ramos no iban a tener problemas con ese líquido elemento, que es el peor enemigo de la Semana Santa. No obstante, el chispeo de agua no cesaba hasta el punto de que el espíritu de Santo Tomás se hizo carne en la primera que debía salir, la de El Rescatado. Ese espíritu del si no lo veo, no lo creo motivó que la corporación trinitaria solicitara la media hora de prórroga en la salida a la que tenía derecho, por ser la que abría la tarde de cortejos. Todo ello mientras un mar de paraguas se abrían y cerraban continuamente no sólo a las puertas de Trinitarios esperando la salida de El Rescatado, sino también a las puertas de San Andrés, a la espera de La Esperanza; de Santiago, a la espera de Las Penas; de San José Divino Obrero, a la espera de El Amor; y de San Francisco, a la espera de El Huerto. Finalmente, El Rescatado le echó valor y salió con 45 minutos de retraso entre un tronar de aplausos para completar la que debía de ser una estación de penitencia muy especial, porque Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado volvía este año a ocupar en su estación de penitencia su lugar natural. El Cristo, obra de Fernando Díaz Pacheco (1713), volvía a abrir el cortejo -guiado por Javier Santiago Hurtado y acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores de la Coronación de Espinas- por delante de María Santísima de la Amargura -guiada por Carlos Quesada Márquez y acompañada por la Agrupación Musical Manuel Garín de la localidad jiennense de Linares-, lo que impedía que, al contrario de lo ocurrido hasta este año, los miles de penitentes que desfilaban devotamente detrás del Señor no pudieran hacerlo. El cambio al final no supuso ningún problema.

Tras El Rescatado, el resto de hermandades del Domingo de Ramos realizó intermitentemente sus salidas -también mirando de reojo a las nubes-con unos 45 minutos de retraso poco tiempo antes de que el cielo se abriera y, como si de un milagro se tratara, la lluvia se marchara para que resucitara el sol. Y también mientras que la Agrupación de Hermandades y Cofradías cerraba la carrera oficial, una carrera oficial que por segundo año se ubica en su lugar natural, en el entorno de la Mezquita-Catedral, en el entorno del primer templo de la Diócesis, con un Patio de los Naranjos en el que no cabía un alfiler.

Un Domingo de Ramos que volvió a dejar más estampas para el recuerdo. Una de ellas la protagonizó la última hermandad en salir de su templo y la última en entrar en carrera oficial, la del Huerto. La agrupación de San Francisco estrenaba en el paso de su titular las imágenes de los apóstoles durmientes -San Juan, San Pedro y Santiago- obras del imaginero pontanense Jesús Gálvez. Detrás de ese trozo de Getsemaní que es el paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto discurrían el paso del Señor Amarrado a la Columna y el de María Santísima de la Candelaria, paso este último al que le faltaba debajo "Perico, un hombre bueno; porque para ser costalero hay que ser un hombre bueno", como bien le dijo a su cuadrilla el capataz Luis Miguel Carrión antes de dedicar una levantá al costalero ausente al grito de "al Cielo con Ella" como si ese impulso supusiera que la Virgen y Perico se encontraran.

Otras estampas destacadas fueron la maniobra de sorteo de la estrechez de cal blanca de la calle Juan de Mena del paso vestido de flor blanca -con rosas, gladiolos, alhelíes...- de María Santísima de la Esperanza -gracias al buen hacer del capataz Rafael Ramírez Galvín- y el manto de pétalos de flor en el que se convirtió la calle Agustín Moreno al paso de María Santísima de la Concepción, pétalos que cayeron del cielo durante su salida de la iglesia de Santiago. Pétalos también cayeron sobre María Santísima de la Esperanza a su paso por San Pedro, donde se cobijan los restos de los mártires San Acisclo y Santa Victoria, patronos de Córdoba. También, el momento en el que el paso de Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto debió sortear -bajo la impecable dirección de Federico Jiménez Reloba- esa estrechez extrema de la calle Juan de Mesa antes de incorporarse a la plaza de San Pedro. "Tranquilos", le insistía a su cuadrilla mientras las ramas de olivo del paso limpiaban los balcones y se escapaba algún que otro olé y aplausos del respetable por las certeras maniobras con la banda sonora de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención. O el himno eucarístico que la Banda de la Coronación de Espinas ofreció a Nuestro Padre Jesús Rescatado a su paso por la Catedral, una agrupación musical que este año saldrá como acompañamiento en esta Semana Santa en cuatro estaciones de penitencia. Todas ellas, incluida una saeta a la Candelaria, fueron algunas de las muchísimas estampas que dejó un Domingo de Ramos 2018 en el que la fe espantó a la lluvia.

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