Tradición

Otro Viernes de Dolores sublime en Capuchinos prologa la Semana Santa de Córdoba

Una multitud se agolpa en colas en la plaza de Capuchinos.

Una multitud se agolpa en colas en la plaza de Capuchinos. / Juan Ayala

Como bien dijo hace unos años el entonces hermano mayor de Hermandad de la Sangre (El Císter) Carlos Olivares, “Córdoba no se entiende sin haber vivido un Viernes de Dolores, sin los patios, ni sin las cruces”. La Hermandad del Císter es en 2022, como la de los Dolores y la de la Paz, protagonista de otro Viernes de Dolores sublime en Capuchinos que prologa una Semana Santa muy esperada en la que, si la lluvia no lo impide, las distintas corporaciones volverán a la calle tras dos años sin poder hacerlo.

Otro Viernes de Dolores que tiñe a Córdoba de un color especial, como le han confirmado al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que lo ha comprobado en la iglesia de San Jacinto, en la celebración de la Fiesta de Regla en honor a la Virgen de los Dolores, para después también vivir en primera persona el acto de veneración organizado por la Paz en honor a la Paloma de Capuchinos en la iglesia conventual del Santo Ángel, y cerrar sus visitas del día en la casa hermandad de la Sangre, venerando a los titulares de El Císter.

"En la ciudad se ve bulla, se ve mucha gente y se ve mucha ilusión, después de dos años sin poder tener nuestra Semana Santa, de la que hay ganas, y también de disfrutar de nuestras tradiciones y de nuestra fe", destaca el presidente de la Junta.

Juanma Moreno muestra un escapulario de la Virgen de los Dolores. Juanma Moreno muestra un escapulario de la Virgen de los Dolores.

Juanma Moreno muestra un escapulario de la Virgen de los Dolores. / Juan Ayala

La gran protagonista de la jornada, cómo no, es la Virgen de los Dolores. Desde el comienzo de su día grande, en la medianoche, la iglesia hospital de Capuchinos ya acogió actos en honor a la Señora de Córdoba que empezaron a volverse multitudinarios cuando el día ya había hecho acto de presencia. Tras dos años de espera, la Dolorosa de San Jacinto recibe desde primera hora de la mañana la visita de centenares de personas que profesan una gran devoción por la talla del siglo XVIII obra de Juan Prieto, que vive su onomástica desde el altar de su templo, el que cuando termine la jornada del viernes abandonará para, junto al Santísimo Cristo de la Clemencia, descansar en el local que la hermandad de los Dolores tiene como punto de salida de su estación de penitencia del Viernes Santo. 

Fiesta de Regla de la Virgen de los Dolores presidida por el obispo. Fiesta de Regla de la Virgen de los Dolores presidida por el obispo.

Fiesta de Regla de la Virgen de los Dolores presidida por el obispo. / Juan Ayala

"En todos se nota las ganas que hay de celebrar la Semana Santa. Dos años de ayuno por las circunstancias que todos conocemos hacen que el hambre sea mayor". Con estas palabras comienza el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, su homilía en la Fiesta de Regla de la Virgen de los Dolores, que preside. 

"Le damos gracias a Dios y a su madre, especialmente, por estar siempre cerca de nosotros y compartir nuestros sufrimientos y nuestras necesidades”, aclama el pastor de la diócesis haciendo referencia a un interrogante profundo del corazón humano como es el por qué Dios permite los males de nuestro tiempo. A esta cuestión, monseñor Demetrio Fernández responde asegurando que en la vida cristiana “es Jesucristo el único que nos da una luz, una Madre con quien compartir esa luz, porque la religión cristiana no es la del sufrimiento, sino que el sufrimiento es el lenguaje del amor”.

Refiriéndose a la Virgen de los Dolores, invita a los fieles "a levantar los ojos ante ella y sentir su empatía, porque ella no es ajena al sufrimiento”. En este sentido, recalca que en nuestros días sigue estando muy cerca, especialmente ante el dolor y la guerra. “Tenemos madre y lo hemos percibido claramente en esta última temporada y hemos de acudir a Ella con toda valentía y arrojo, porque un pueblo o una persona que tiene madre se siente valiente para afrontar las dificultades que sean en la vida”, asegura.

Tras la misa, la cola de cada Viernes Santo vuelve a formarse en la parte menos empedrada de la plaza de Capuchinos . Allí espera María Dolores Guzmán, a la que su madre -también María Dolores- le puso ese nombre por la devoción que le profesaba a la Virgen, nombre que también le ha puesto ella a su hija. "Desde que murió mi madre no falto ni un Viernes Santo a visitar a la Virgen de los Dolores y este año con más ganas que nunca después de que la pandemia lo impidiera en años anteriores", indica. "También aprovecho y visito a la Virgen de la Paz y al Señor de la Sangre", añade. 

La nave de salida de La Sangre es lo primero que se encuentra quien se acerca a Capuchinos , el epicentro de la fe católica en Córdoba en Viernes  Santo, el lugar por el que el Cristo de los Faroles solo ve pasar ­presidiendo su plaza-­ a tantísimas personas el Martes Santo –día de salida procesionaldel Císter–, el Miércoles Santo –día en el que la protagonista de la estación de penitencia es la Hermandad de la Paz– y el Viernes Santo –día en el que quien congrega a devotos y no devotos por miles en torno a su estación de penitencia es la Virgen de los Dolores–. Muchos no pueden evitar realizar esa visita antes de hacer lo propio con la Señora de Córdoba o con Nuestra Señora de la Paz y Esperanza. El Císter, con su hermano mayor, Manuel López, recibe fieles hasta las ocho y media de la tarde, momento en el que toca salir en vía crucis con el Señor de la Sangre por la zona de Capuchinos.

"Un día como este significa mucho para la hermandad porque fuimos la primera cofradía que en Viernes de Dolores inició la tradición de los vía crucis de Córdoba y para nosotros es el inicio de la Semana Santa y el inicio de la finalidad de la cofradías, que es una prestación de culto en la calle para toda la ciudadanía de Córdoba", sostiene el hermano mayor del Císter. "Después de dos años en el dique seco estamos con una ilusión grandísima y con muchas ganas de que el tiempo nos respete para salir a la calle", añade. Una salida que este año también será especial, como indica, por el homenaje que la hermandad le realizará en su estación de penitencia a fray Ricardo de Córdoba. "Será el primer año que salimos desde que él falleció y la Virgen lleva un cíngulo franciscano que era de él", apunta.

El Grupo de Devotos de la Paz vende ramos de flores. El Grupo de Devotos de la Paz vende ramos de flores.

El Grupo de Devotos de la Paz vende ramos de flores. / Juan Ayala

Quien recibe a los visitantes que acuden a la iglesia conventual del Santo Ángel es el Grupo de Devotos de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza, que vende ramos de flores para la veneración a la Paloma de Capuchinos. "El dinero que saquemos de esta venta está destinado a la saya que lucirá la Virgen el día de su coronación", detalla Samuel Gea, uno de los miembros del grupo. La coronación canónica y pontificia de Nuestra Señora de la Paz y Esperanza está fijada para el 15 de octubre de 2022, a las cinco de la tarde, en el Santa Iglesia Catedral. "Llevamos tres años consecutivos haciendo los ramitos para que la gente colabore con lo que pueda", añade, recordando que en 2020 la veneración se realizó de manera virtual. "Somos un grupo de unas 30 personas y estaremos aquí hasta que pase la última persona", incide.

También otro grupo es protagonista en Capuchinos, el Grupo Joven de la Hermandad de los Dolores, que se está encargando de recaudar dinero con la venta del merchandising de la corporación servita; para algunos productos, como el cartel del Viernes de Dolores y las estampas, piden "la voluntad". Un grupo joven compuesto por casi 40 personas" que colaboran "también decorando y limpiando el patio de la ermita desde donde salen en procesión" los titulares. "Además, ayudamos a montar la cruz de mayo y estamos para lo que necesite la hermandad, como la limpieza de los pasos, la priostía, montar la candelería...", comenta uno de sus miembros.

Todo ello conformando un ramillete de actividades cofrades para una tradición que lleva siglos llevándose a cabo cada Viernes  de Dolores. "Es normal que cada Viernes de Dolores vengan miles y miles de personas; la Virgen de los Dolores  es la madre de todos los cordobeses y eso es algo que es más especial hoy", relata un miembro de la hermandad servita. De esta forma, da comienzo la Semana Santa en Córdoba, con el constante trasiego de numerosos devotos por la Plaza de Capuchinos y por los templos en los que ya se encuentran preparadas las imágenes para sus estaciones de penitencia.

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