La expiración

Último instante en San Pablo

  • La sobrecogedora imagen de la Expiración y el respetuoso silencio marcan el cortejo.

EL último instante de vida. El último gesto de dolor y una mirada al cielo antes de exclamar el último grito. Es el Cristo de la Expiración, a quien acompaña en la Cruz María Santísima del Silencio en una de las imágenes más sobrias de la Semana Santa cordobesa que ayer se reencontró con su pueblo después de tres años sin salir del templo por el mal tiempo. Antes de la imagen, el negro riguroso de los nazarenos con altos cirios que sólo se levantan del suelo cuando el paso de la Virgen, Nuestra Señora del Rosario, sale del templo. Silencio de luto, negro y música de capilla para anticipar la llegada del Cristo de la Expiración en medio de una multitud que quiere ver a la última hermandad que sale el Viernes Santo. El enclave del templo, en pleno centro de la ciudad y a escasos metros de la carrera oficial, es otro de los motivos por el que el entorno de San Pablo bulle bastantes minutos antes de la hora prevista de salida.

Pero de manera automática, la bulla se convierte en silencio cuando asoma el Cristo por el atrio de San Pablo. En una maniobra casi perfecta, los costaleros sacan a la imagen a la calle y se impone la solemnidad del Cristo de la Expiración y María Santísima del silencio, una de las estampas más sobrecogedoras del Viernes Santo.

Y tras él, el dolor de una madre, Nuestra Señora del Rosario, que sale a San Pablo tras una ajustada maniobra de los costaleros que hace que los fieles contengan la respiración hasta que el palio atraviesa la puerta del templo. Imponente la Virgen con un delicado exorno floral compuesto por rosas de pitiminí y azahar para dejar todo el protagonismo al espectacular manto que la arropa. También va protegida con la medalla de oro de la Asociación Española contra el Cáncer que estrena este año. La Virgen va acompañada de la Banda de Música Ecijana Amueci, que interpreta piezas de autores como Chopin o Martínez Rücker.

Una procesión de silencio que deja sin palabras por el dolor que transmiten las imágenes, por la elegancia del cortejo, por la original música. Una procesión que vuelve a lucirse entre las calles de Córdoba tres años después.

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