La Misericordia

Suerte truncada en San Pedro

  • La Hermandad de la Misericordia hace estación de penitencia en su propio templo debido a la intensa lluvia que cayó por la noche tras 29 años de historia desfilando por las calles de la capital

Los bares La Montería y Casa Galicia, ambos en la plaza de San Pedro, sirven de refugio para la bulla que espera la salida del Cristo de la Misericordia y la Señora de las Lágrimas en su Desamparo. Ambos establecimientos, junto a las cornisas de las casas sirvieron de cobijo en una tarde aciaga en Córdoba. San Pedro tampoco pudo salir. Una vez más, la lluvia.

La hermandad lo tuvo claro desde el principio de la tarde. Los partes del servicio meteorológico no eran nada halagüeños y, menos aún el último que recibió, apenas una quincena de minutos antes de la hora prevista. "El último parte ha sido muy negativo y, tal y como estaba el tiempo era muy difícil que saliéramos", apunta el hermano mayor de San Pedro, Manuel Ramírez.

Mientras, el gentío espera en la calle. Unas gotas débiles. Se abren los paraguas. Uno tras otra. Agua. Agua y más agua. El primer Miércoles Santo desde 1979 que el Cristo de la Misericordia se queda en el templo. Gran decepción. "El horario siempre nos había beneficiado, por lo menos hasta hoy", recuerda el hermano mayor, quien calificó la jornada de "triste y también emotiva". Sobre todo, porque la hermandad iba a estrenar la restauración estructural de las Lágrimas, dos incensarios para las reliquias y el relicario para el paso de Cristo.

Los nazarenos, ya sin cubrerrostro, salen cabizbajos. Ojos llorosos y rotos de rabia por la imposición atmosférica. Un antiguo costalero espera paciente, con un ramo de rosas blancas para el Cristo de San Pedro, sobre la rampa que facilita la bajada y subida de los grandiosos pasos. "Esto es una pena", sentencia y señala que "hace dos años tuvimos que volvernos, pero nunca antes se había quedado sin salir por culpa de la lluvia".

Ruido tras el portón. En breves instantes se ha de abrir. La bulla, inteligente, aprieta. Tiene que entrar. El inmenso portón de San Pedro se abre. Luz. Dos pasos, a la derecha, Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo, a la izquierda, el Cristo de la Misericordia. La Virgen demuestra su ternura en sus ojos, que se dirigen a su Hijo muerto. El antiguo costalero deposita el ramo. Es su penitencia, su rezo.

Los fieles se apoderan del rostro de los titulares de las Hermandad de San Pedro en sus cámaras. La visita apenas dura un par de minutos. Hay que dejar que pasen los cientos de personas que aguardan fuera y se refugian bajo los paraguas- La lluvia cae ahora con fuerza, con mucha fuerza, demasiada para todos.

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