El Huerto

San Francisco reza en Getsemaní

  • El compás de la iglesia acoge la presencia de varios centenares de fieles

Tras los penitentes más veteranos de la cofradía de la Oración en el Huerto, aquéllos que participaron en su refundación hace algo más de tres décadas y, sobre todo, los que mantuvieron intacta la devoción a sus titulares aun cuando desapareció la hermandad, se esconde una interesante historia. Algunos de ellos se cubren con el blanco y el verde oliva del hábito y otros se acercan cada tarde de Domingo de Ramos al compás de San Francisco varias horas antes del comienzo de la procesión para tratar de no perderse la salida de la estación de penitencia. Los vecinos de San Francisco, tanto los que lo fueron un día y tuvieron que irse a otros barrios como los que aún viven allí, convierten su barrio en un empedrado y urbano Getsemaní.

Hay quien rompe a llorar cuando el capataz, Luis Miguel Carrión, se dirige a su cuadrilla de costaleros y les pide que lo den todo por el "Señor y la Señora". Aplauden cada levantá y parecen rendidos ante la elegancia y la majestad que muestran los titulares al pasar por la calle de la Feria cuando se dirigen a la carrera oficial. En esta vía el racheo de los costaleros -siempre al compás de las marchas procesionales de sus bandas- parece diferente.

Suenan saetas en la voz de hombres y mujeres de su barrio y, entre el murmullo, se puedan escuchar numerosos piropos dirigidos tanto al Señor del Huerto como al Amarrado -una talla recuperada en la procesión de 2003- y la Virgen de la Candelaria. "Mira lo guapa que va", le dice una mujer a su hijo mientras la titular de la cofradía pasa delante de la ermita de la Aurora confiando en que la chicotá sea menos larga de lo habitual y se detenga ante ellos. Cruzan los dedos, aprietan las manos y, al final, el capataz detiene el paso en este mismo lugar. Ella clava su mirada en el Señor y él observa a su madre algo extrañado por el fervor que le profesa. Aunque no emite palabra, las lágrimas que corren por sus mejillas, el temblor de manos y el movimiento de los labios dan a entender que su oración es profunda hacia los titulares de la corporación verde oliva.

Si singular es la salida de la procesión más aún lo es su recogida. Muchas de las caras que había a las 19:00 vuelven a verse nuevamente al filo de la medianoche. La procesión, ahora en absoluta oscuridad, baja por la calle de la Feria en busca de su templo. Sus vecinos, los de antes y los de siempre, vuelven a estar ahí.

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