Un año más de espera o un año menos para que el Sábado de Pasión en Córdoba retome su esplendor y las calles recuperen el sabor cofrade. La pandemia del coronavirus, de sobra conocida ya, no ha imposibilitado en esta ocasión que los actos cofrades se sucedan de manera presencial, a diferencia del año pasado cuando en pleno confinamiento las hermandades encontraron en las redes sociales y en internet la mejor manera de acercar la devoción a la ciudad.

Sin embargo, en este Sábado de Pasión de Córdoba, que preludia el inicio oficial de la Semana Santa -los días más importantes para el cristianismo-, la devoción y el fervor popular se han trasladado, en la medida de lo posible, a los templos y las calles cercanas, en las que, de algún modo, se ha intentado cumplir con todas las medidas impuestas para intentar que el coronavirus no siga invadiendo nuestras vidas.

Una jornada en la que no ha faltado la música, con el concierto ofrecido por la banda de la Esperanza, el primero desde septiembre del año pasado. Su presidente es Alfonso Lozano, quien ha reconocido que todos los integrantes de la banda han vivido “un cúmulo de sensaciones y mucho nerviosismo”.

El lugar elegido ha sido el patio del colegio Virgen de la Esperanza, hasta el que han acudido unas 150 personas. “Se ha tomado la temperatura y se han mantenido las distancias”, ha detallado Lozano, quien ha recordado que el concierto también ha estado marcado “por la memoria de José Prieto Sicilia”, joven periodista cordobés recientemente fallecido.

Un momento de del concierto de la banda de La Esperanza.

No ha sido el único acto celebrado, ya que otra de las citas importantes de este Sábado de Pasión ha tenido lugar en la plaza de Capuchinos, donde José Luis Romero ha sido el encargado de ofrecer la exaltación de la saeta de la Agrupación de Cofradías, un certamen dedicado a María Zambrano La Talegona. Hermano de la cofradía de Ánimas y de la del Huerto, Romero ha ofrecido el pregón “a dos protagonistas: el Cristo de los Faroles y el pueblo de Córdoba”.

En su texto, Romero ha recordado a cuatro “personas importantes”, según ha detallado. Una de esas personas es Francisco Castellón, director de la Escuela de Saetas y “gracias al que ha habido grandes saeteros”. Francisco Regalón es otra de las personas las que ha citado. Cantaor flamenco, cuyo nombre profesional era El Niño de la Magdalena, Regalón formó parte de la vida familiar de Romero y quien tenía “una voz incomparable”.

Otro Francisco, en este caso, Francisco Cuadrado es la tercera persona a la que ha citado, como aficionado a la saeta, y de quien ha destacado “que tenía una voz incomparable”. José Linares Rojas, por su parte, es el cuarto personaje al que ha hecho referencia en su exaltación, de quien ha recordado que fue uno de los fundadores de la hermandad del Remedio de Ánimas.

José Luis Romero durante la exaltación de la saeta en la plaza de Capuchinos.

No se ha olvidado de Pablo García Baena, de quien ha destacado que “hablar del Remedio de Ánimas y la saeta es hablar de él”.

En su pregón, además, ha explicado que a pesar de que este año tampoco hay procesiones, cada persona puede realizar su propia Semana Santa “cumpliendo con los horarios y visitando los templos de la capital”. La exaltación ha contado con la intervención de las saeteras Rosario Córdoba, María José Abad y Aurora Barona.

En esta jornada que antecede al Domingo de Ramos, las cofradías cuyos cortejos procesionales se han vuelto a quedar sin poder celebrarlos han expuesto a sus titulares en los templos.

Una de ellas ha sido la de la Presentación al Pueblo, en la parroquia de San Vicente Ferrer, que ha expuesto a su titular. Mientras, la prohermandad de Nuestro Padre Jesús de la Victoria y María Santísima de la O ha presentado a sus titulares en la iglesia de la Aurora de Fátima. Del mismo modo, el barrio del Parque Figueroa ha tenido la oportunidad de visitar al titular de la hermandad de las Lágrimas en la parroquia de La Asunción, al igual que la prohermandad del Traslado al Sepulcro, en la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación.

Todo en un Sábado de Pasión en Córdoba con auténtico sabor cofrade, pero sin aglomeraciones, sin bulla, por la pandemia, pero que deja un amargo sabor de boca, a la espera de que ya queda menos para que por fin en 2022 las hermandades puedan volver a salir a la calle.