Paso firme desde el Cerro
La llovizna enturbia la salida de la Virgen de la Encarnación, pero la hermandad decide seguir con la estación de penitencia.
EL tiempo, como era previsible, puso ayer en vilo a los vecinos del Campo de la Verdad, que, como ocurre cada Domingo de Ramos, dejan el reposo sosegado de la sobremesa para reencontrarse con el Cristo del Amor. No fue ayer una excepción, y varios miles de personas se agolparon bajo las nubes en la plaza de la iglesia de San José Divino Obrero. "No miréis para arriba", animaba a los feligreses el párroco, don Antonio, instantes después de salir la cruz de guía. Hubo momentos de emoción en Beato Henares, con nubes arrastradas por un viento húmedo y paraguas preparados para el chaparrón.
El repicar de las campanas de la iglesia, a las 15:00, anunciaba puntual el inicio del ritual: un nazareno golpea tres veces el portón de la iglesia y, en un instante, dos hileras de nazarenos enfilan la plaza Cristo del Amor. Los chiquillos del barrio se arremolinan en la escalinata de la iglesia prestos a darle forma a las bolas de cera, y los vecinos animan a los costaleros y a los penitentes, la mayoría conocidos.
El paso de Jesús del Silencio en el desprecio de Herodes es el primero en salir, y es recibido entre "oles". "Vamos a darle un paseo al Señor, como se merece", anima el capataz a la cuadrilla antes de desmenuzar las instrucciones para empezar a mover el misterio. "Tened cuidado, que no se vaya para atrás, que estamos muy pegados a la iglesia", les dice. Y un "a volar con el Señor" pone el paso en movimiento. Los costaleros guían el misterio "reposaditos", con las "rodillitas quietas", mientras los niños juegan bajo la rampa que salva el desnivel de la salida.
Hay feligreses que aprovechan el paso de los "mozuelos" para pedirles una estampa de su santo, y otros que se preocupan por el viento y por las nubes. En la calle Beato Henares, espina dorsal del barrio, los vecinos de toda la vida aguardan en sillas el paso de la procesión con los paraguas preparados, entre nubes y claros.
Sale el Cristo del Amor. "Todos por igual", indica el capataz. Y el pequeño crucificado avanza hacia la multitud, que lo recibe con aplausos. El sol da paso a las nubes, y María Santísima de la Encarnación, guiada por costaleras, sale a la calle bajo un cielo que estalla. "Ahora no", dice una mujer. Miradas hacia el cielo: una fina llovizna hace temer lo peor, pero la hermandad sigue su camino y la banda de música Ciudad de Porcuna (Jaén) entona Coronación.
Los paraguas se abren y la multitud se pone nerviosa, pero el Amor sigue con valentía rumbo a la Catedral. El desfile se recrea en Beato Henares, bajo la lluvia creciente -los hermanos cubren con plásticos durante unos minutos el misterio del desprecio de Herodes-, y entre nubes y claros la procesión se dirige hacia la Catedral. Hubo más lluvia en el Puente Romano y nervios en un itinerario salpicado por la lluvia intermitente de la primavera.
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