Es Miércoles Santo, y Castro del Río se entrega a la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte,  una de las más antiguas del municipio, aunque refundada en el año 1952 al amparo de la Cofradía y Hermandad de la Santa Vera Cruz. 

Con sede canónica en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, la imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte es una talla anónima que data del año 1700, y es la más antigua que posee la Pasión castreña.

El momento más esperado es cuando se desvía de la carrera oficial en sufragio de las ánimas benditas hacia el cementerio.

Destaca su impresionante subida por la empinada cuesta, franqueada por cipreses, en la oscuridad de la noche, solo alumbrado por los hachones de cera y por los cirios y faroles de los penitentes, acompañados por el retumbar de una cincuentena de tambores roncos enlutados a paso ligero hasta llegar al interior del cementerio.

Allí, en el silencio de la noche, es recibido por una lapidaria frase en su fachada: “Hoy a mí, mañana a ti”. Es el momento en el que el penitente castreño reza por las ánimas de sus difuntos.