El Calvario

Lluvia de templanza en San Pablo

  • Los cofradía del Calvario acogió con los nervios calmados la decisión de no salir en procesión debido a la lluvia y, tras el rezo del vía crucis en el interior de la iglesia, despidió la tarde con dos marchas

La lluvia no atrapó por sorpresa a los hermanos del Calvario, que a lo largo de la tarde veían cómo el agua -escasa, pero inoportuna- dejaba en sus templos a las demás cofradías del Miércoles Santo. La tormenta enjugó los nervios y, antes incluso de la hora oficial de salida, la junta de gobierno ya había decidido que El Calvario no atravesaría la portada barroca de San Pablo.

En Capitulares las horas avanzaron muy despacio, poco a poco: "La tarde se ha vivido con bastante angustia y un poco de pesimismo por las predicciones de Meteorología", resumía Estefanía Montes, la diputada mayor de la hermandad, ya con los nervios calmados. Su memoria no ha podido borrar los difíciles momentos que El Calvario vivió el Miércoles Santo del año pasado, cuando otra tormenta inoportuna obligó a no salir a las hermandades que hacen estación de penitencia al principio de la tarde. El Calvario, sin embargo, se libró del agua, pero ayer los nubarrones no dieron tregua y Nuestro Padre Jesús del Calvario y Nuestra Señora del Mayor Dolor tuvieron que recluirse en San Pablo.

Fuera del templo, los malos augurios no impidieron que varias decenas de personas conservaran la esperanza de que el desfile no se suspendiera, a pesar de que los paraguas estuvieron abiertos durante la espera. Dentro, con los cirios encendidos y un silencio sólo roto por el rezo del vía crucis, los pasos permanecieron inmóviles hasta que, al filo de la media noche, los costaleros los apartaron a un lateral de la iglesia. La banda de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, de Granada, y la Agrupación Musical Álvarez Quintero, de Sevilla, interpretaron una marcha como muestra del Miércoles Santo que no pudo ser.

"Desde las 18:30 hemos estado trabajando, poniendo a punto los últimos detalles y mirando continuamente hacia arriba", comentaba con resignación el capataz del paso del Mayor Dolor, Ángel Carrasco. Después de varios años como contraguía, Carrasco se estrenaba ayer su nuevo cargo: "No ha podido ser. Al salir tan tarde, te vas viniendo abajo, pero al menos no te pilla de sorpresa. Estaba claro lo que iba a pasar, coincidían todas las previsiones del tiempo".

Un costalero del paso de palio, David Cuadrado, de 19 años, expuso su propia teoría: "Si la Señora no quiere pasear, por algo será". Este convencimiento no le evitó, sin embargo, sentir un "cosquilleo" durante la tarde, mirando un segundo el reloj y al segundo siguiente hacia el cielo. "Se pasa muy mal, porque se trabaja mucho durante todo el año y ahora pasa algo que es inevitable".

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