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Día grande en Córdoba. Silencio, rezos y bulla en un Jueves Santo antológico. Sin lluvia y tras dos años de pandemia, las hermandades del Nazareno, de la Caridad, del Caído, de la Sagrada Cena, de las Angustias y del Cristo de Gracia llenaron de luz y esperanza las calles de la ciudad.
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San Francisco se abrazó al Cristo de la Caridad, que estuvo acompañado por los sones musicales de la banda de la Coronación de Espinas de Córdoba. Silencio sepulcral con el Nazareno y la Nazarena. Paso ligero y oraciones ante la residencia de Jesús Nazareno. Otro aire diferente llegó desde la Cuesta de San Cayetano con el Señor Caído y la Virgen de la Soledad.
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En Poniente, en la parroquia del Padre Beato Álvaro, esperaban este gran día para disfrutar por las calles de Córdoba de la Virgen de la Esperanza del Valle. Tres años tuvo que aguardarse este momento, en el que la Dolorosa acompañó a Jesús de la Fe en su Sagrada Cena hasta la Santa Iglesia Catedral. Todo un momento histórico.
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Y la noche se cerró con la Virgen de las Angustias, la talla más antigua de la Semana Santa, y el Cristo de Gracia, que pusieron el mejor broche a una jornada de silencio, luz y mucha esperanza. Día en el que no faltaron las saetas a los titulares y en el que Córdoba se echó de nuevo a la calle y disfrutó por fin de sus hermandades de Jueves Santo.
Silencio sepulcral ante la puerta de la iglesia hospital Jesús Nazareno. Momento especial para un Jesús Nazareno que abandona su capilla para rezar por las calles de la ciudad. Lo hace con su cruz a cuestas y con María Santísima Nazarena tras él. Tras esquivar las estrecheces de una salida peculiar e íntima, la corporación tuvo su gesto de cada Jueves Santo ante los usuarios de la residencia de Jesús Nazareno, que fue duramente golpeada por el covid. Con paso ligero y sin estridencias, la cofradía estrenaba las imágenes de los evangelistas y el relicario de San Bartolomé para el perímetro del paso del Señor y también la mesa y los respiraderos del paso de palio.
Sin el Tercio Gran Capitán de la Legión, que estará este viernes durante el rezo del vía crucis que realiza esta corporación por las calles de la ciudad, el Cristo de la Caridad atravesó la puerta de San Francisco y se reencontró con su Compás. No lo hizo en silencio como en otras ocasiones, sino que estuvo acompañado musicalmente por la banda de Coronación de Espinas de Córdoba. Toda una estampa para el recuerdo, como ver su paso por la plaza de la Corredera, la basílica de San Pedro o la plaza del Potro antes de adentrarse en la Santa Iglesia Catedral. Momentos especiales a la espera de un Viernes Santo colosal, donde se reencontrará con unos legionarios que portarán de nuevo la imagen de su Crucificado.
Fervor cofrade en la Cuesta de San Cayetano. Es uno de los momentos más especiales de la Semana Santa cordobesa. El reencuentro de Jesús Caído y la Virgen de la Soledad con su barrio, con su gente. El Señor de los Toreros, que cuenta con la devoción de miles de devotos y fieles, representa a Jesús en una de sus caídas con la cruz, en el camino hacia el Calvario. La cofradía ha recuperado y restaurado los diez dragones con tulipa y velas alrededor de la peana del paso y también las cartelas con ángeles. Con los sones de las bandas de Caído y Fuensanta y la Esperanza, los titulares de esta hermandad dejaron estampas para el recuerdo por Santa Marina o en su regreso por la calleja Conde de Priego y la Cuesta del Colodro. No faltaron las saetas ante la iglesia conventual de San José.
Una de las grandes novedades de este Jueves Santo fue poder contemplar a la Virgen de la Esperanza del Valle. Bajo su verde palio, la Dolorosa, obra de Miguel Ángel González Jurado, por fin pudo acompañar a Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena desde Poniente hasta la Santa Iglesia Catedral. No hubo lluvia, solo la de los pétalos que cayeron cuando el paso de palio recorrió la calle Previsión en la puerta de la iglesia de Santa Teresa. Fue un momento especial y muy esperado por los fieles y devotos de esta cofradía, que fue arropada por su barrio y el de Ciudad Jardín antes de adentrarse en el primer templo de la diócesis con los sones musicales de la Agrupación Sagrada Cena y la banda de música Tubamirum de Cañete de las Torres.
San Agustín abrió sus puertas para que la Virgen de las Angustias, todo un gran complejo escultórico, avanzase con su hijo muerto. La talla de Juan de Mena y Velasco es una obra de arte y la más antigua de la Semana Santa cordobesa. No faltaron las saetas ni los sones musicales de la banda de El Saucejo de Sevilla. A las órdenes de Antonio Barbudo, los costaleros llevaron a su Madre hacia la Santa Iglesia Catedral, aunque su regreso, por Alfaros, Juan Rufo y Rejas de Don Gome, dejó momentos muy especiales, en el que la Virgen de las Angustias se reencontró con sus devotos.
La plaza del Cristo de Gracia era un hervidero de fieles para poder contemplar al Cristo de Gracia, como lo hizo con la hermandad del Rescatado el pasado Domingo de Ramos. El Esparraguero, como es conocido popularmente, por llevar espárragos en su paso procesional, es una talla anónima del siglo XVII. Bajo las órdenes de Luis Miguel Carrión, Curro, y los sones musicales de la Agrupación Musical Cristo de Gracia, el titular cristífero contó con los estrenos de la parihuela y los arbóreos traseros de su paso. Su regreso a su templo ya en la madrugada del Viernes Santo deja estampas inolvidables por San Fernando, San Pablo, María Auxiliadora y su plaza, en el que las saetas alargaron su estancia fuera de su templo. Un momento de recogimiento y de fervor cofrade ante un Cristo de Gracia que entró lentamente en su casa hermandad, mientras la cofradía de la Buena Muerte, la única corporación que sale en la Madrugada del Viernes Santo avanzaba hacia la Catedral.
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