Domingo de resurección

Y Jesús resucitó en Córdoba

  • El Resucitado vuelve a recorrer desde Santa Marina las calles de la ciudad tras dos años sin hacerlo por las inclemencias meteorológicas.

Imagínense que Jesús de Nazaret hubiera resucitado en pleno siglo XXI en Córdoba. Y que a sus apóstoles y a todos sus seguidores se lo hubiera anunciado un ángel horas antes. Domingo, 5 de abril de 2015. Al rayar el alba, cientos de personas esperan a las puertas del sepulcro cordobés de Jesús, la iglesia de Santa Marina, a que se haga realidad la noticia junto a alguna que otra cámara de televisión y emisora de radio, esperando retransmitir la madre de todas las noticias. "Acordaos cómo os habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar", dijo el ángel (Lucas, 24:7).

Esa escena se repitió sin suerte en las Semanas Santas de 2013 y 2014, en las que una lluvia finamente intensa impidió que el Señor se mostrara resucitado por las calles de Córdoba. Por fin, esas sepulcrales puertas se abren y -acompañando a los tiempos- un ejército de ávidos móviles se levanta para capturar la mejor imagen de que para Dios no hay nada imposible, la imagen de Cristo venciendo a la muerte, instantánea que acabará inmortalizada en Facebook o Tweeter, en algunos casos.

La muerte, ¿dónde esta la muerte? / ¿donde está mi muerte? / ¿donde su victoria?, se escucha mientras, acompañado de dos romanos y un ángel, avanza camino de la plaza de Santa Marina. Son los acordes de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención, de Sevilla, musicando una letra de Kiko Argüello, el padre de las Comunidades Neocatecumanales. "Qué bonita aparición", relata una de las integrantes de Redención justo en el mismo momento en el que Hugo, un pequeño que no debe pasar de los siete años, consigue que una de las niñas de esclavina le de una estampa del Señor Resucitado, una más que sumar a su colección que lleva asida a modo de cromos. "Ya los tengo todos, mira, papá, El Rescatado, El Caído, El Gitano...". Una a una, el niño le va recordando a su padre todas las estampas que ha ido consiguiendo a lo largo de toda la Semana Santa, mientras el blanco impoluto de los nazarenos que acompañan a Jesús, sólo roto por el azul de los fajines y el marfil del cubrerrostro, se muestra a juego con la pureza del momento, una pureza a la que también acompañan las flores blancas y amarillas sobre las que pisa el Resucitado.

Quienes han estado esperando la presencia del Señor rompen en un estruendoso aplauso, momento que engrandecen los pétalos de rosas que desde la terraza del Convento de Santa Isabel de los Ángeles lanzan sin pausa y con mucha alegría las monjas, alegría que parece transmitirles la Virgen, que por otra de las puertas de Santa Marina sale en busca de su hijo. María Santísima Reina de la Alegría, también entre aplausos, camina hacia la calle Moriscos con el palio lleno de pétalos, lanzados también por las monjas, y con semblante feliz porque, como continúa musicando la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención: Resucitó / Resucitó / Resucitó / Aleluyá / Aleluyá / Aleluyá / Resucitó. "Que lo sepa toda Córdoba, que resucitó", grita una de las personas congregadas a las puertas de Santa Marina, mientras Jesús se encamina para, cumpliendo las Escrituras, aparecerse a a otros discípulos en el Emaús cordobés, donde volverá a decirle a alguno de ellos aquello de "mete tu dedo en mi mano y tu mano en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente".

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