Para ver la procesión del Rescatado hay que tener paciencia. Da igual el punto del recorrido que se elija para contemplar las imágenes de la Virgen de la Amargura y del Señor, porque siempre van acompañadas de miles de fieles. Sobre todo el paso del Cristo, que despierta una gran devoción entre los cordobeses tanto de la capital como de la provincia formando largas filas de penitentes que llegan a ocupar kilómetros. Desde algunas horas antes de su salida de la parroquia de los Trinitarios, los fieles se agolpan en la plaza del Cristo de Gracia y continúan por la calle Frailes y Montero hasta la plaza de San Agustín. Cuando todavía no había salido el paso del Rescatado de la iglesia, los cofrades ya esperaban alrededor de San Agustín. Horas de espera para ver durante unos instantes al Señor de Córdoba.

El Rescatado es la única hermandad en la que la Virgen abre el cortejo. La imagen de la Amargura asume su papel orgullosa y también son muchas las miradas que se fijan en Ella, que recorre las calles bajo su palio de forma elegante, como las marchas interpretadas por la Banda de la Virgen de la Amargura de Jaén, que la acompaña. Los vecinos del barrio se mezclan con los cofrades llegados de todos los puntos de la provincia y del resto de España, así como algún turista cuando el cortejo se aproxima a las calles del centro. Tras la imagen mariana, se vislumbra a los nazarenos que anuncian el paso del Cristo. El Rescatado avanza lentamente, no sólo llevado por los 35 costaleros, sino por todos los miles de fieles que lo acompañan cumpliendo sus promesas.

Los hermanos acompañaron a sus dos titulares hasta su regreso a Trinitarios, pasado de largo la medianoche. Éste es otro de los momentos más emotivos de la procesión, cuando tanto la Virgen como el Señor se vuelven a reencontrar con su barrio, donde esperan otra vez miles de personas que quieren ver entrar al Señor en el templo. Hasta el año que viene.