Semana Santa

Emoción contenida a las puertas de San Roque

  • l perdónLa difícil salida de los pasos hace enmudecer a los varios cientos de asistentes

"Al tercer martillazo, poco a poco". Las instrucciones de Luis Miguel Carrión, Curro, retumban en la calle Buen Pastor a la salida del paso de Nuestro Padre Jesús del Perdón. A pulso, estirando los brazos, los costaleros levantan el enorme paso ante los ojos de los varios cientos de personas que abarrotan con emoción contenida el ensanche al que se asoma la iglesia de San Roque. "Oh, la la", suelta una turista con cámara en mano al comprobar el esfuerzo casi titánico de la cuadrilla.

Las palabras secas de Curro resuenan en un silencio rotundo. "Pedro, vámonos, mi arma", dice. Un costalero le responde desde debajo del paso. "A pulso aliviado. Todos por igual". Tres martillazos y los costaleros hacen su trabajo. "Tranquilos con la mecía. Sin avanzar, que no se puede", indica. Y un consejo final: "Échale casta, Ignacio". Las paredes de cal de la calle Buen Pastor son una barrera para el paso de Jesús ante Anás, que apenas puede moverse entre el gentío mientras la banda de la Coronación de Espinas toca la marcha Cristo del Perdón.

En unos cuantos metros cuadrados se mezclan cada Miércoles Santo en San Roque la vivencia de los mayores de la residencia de San Juan de la Cruz que aguardan sentados en sillas la salida de su cofradía; la de los turistas que, atraídos por la música de las bandas, llegan desde la Mezquita; la de los clientes del salón de té que ven sobresaltado su reposo a las cuatro y media de la tarde; la de los cofrades que acuden puntuales a una de las salidas más difíciles de la Semana Santa cordobesa. También ayer había nubarrones, pero pocos hicieron caso de la meteorología. El interés era otro: el paso del enorme misterio del Perdón por la pequeña puerta de San Roque, su itinerario milimetrado por la calle Buen Pastor.

Hubo turistas que, agobiados por la falta de espacio, decidieron encararse al gentío y dejar la plazuela. La Policía ya lo había advertido minutos antes de la salida: mucha gente para un escenario tan reducido. Pocos les hicieron caso, así que cuando el paso empezó a moverse hubo que apretujarse.

Fue un día de nervios en San Roque después de los acontecimientos del Martes Santo. "Todo va bien, no te preocupes", intentaba tranquilizar una conocida a la hermana mayor del Perdón, Rosario Revilla, que desfiló con la túnica de nazareno junto al palio de María Santísima del Rocío y Lágrimas. Hubo, incluso, quien no quiso mirar la primera levantá por lo complicado de la maniobra. Tintinearon los varales y el paso se movió hacia los lados, hasta el punto de que en un momento pareció que se volcaba. "Ya podemos respirar con tranquilidad", suspiró uno de los ciriales cuando el palio inició su itinerario por Buen Pastor mecido al ritmo de la La estrella sublime.

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