Pasión

Cuarto año de agua sobre San Basilio

  • La cofradía de Jesús de la Pasión y la Virgen del Amor decide no realizar su estación de penitencia a causa de la tormenta y, tras celebrar una misa con todos los hermanos, los devotos pudieron visitar los pasos en la iglesia

Que el cielo inesperadamente se cubra de nubes y descargue un chaparrón sobre San Basilio minutos antes de la salida de Pasión va camino de convertirse en una mala costumbre. Y ayer, por cuarto año consecutivo, la hermandad del Alcázar Viejo veía cómo la lluvia llegaba puntual a la cita como un nefasto invitado. "Hemos estado todo la mañana mirando la previsión del tiempo en el ordenador. Y no nos lo podíamos creer", lamentaba una mujer de mantilla acostumbrada ya a cargar con el luto del agua.

El exterior de la iglesia de Nuestra Señora de la Paz se convirtió en un batiburrillo de paraguas abiertos y chubasqueros desde las cuatro y media de la tarde, media hora antes de la salida de la procesión. Y, en el interior del templo, los hermanos ponían en práctica los hábitos asimilados en los últimos años para amainar los nervios de la tormenta: rezos ante los pasos, un repaso al carro de las herramientas para comprobar, por enésima vez, que todo se encuentra en su sitio, carreras infantiles por los pasillos y un insistente ir y venir al portón para comprobar que, cómo no, el agua sigue cayendo.

La junta de gobierno convocó su primera reunión urgente media hora antes de las cinco, minutos después de que el aguacero se precipitara sobre la ciudad. A las 16:43, el hermano mayor, Félix Pelayo, comunicaba su decisión: "La Agrupación de Cofradías nos ha concedido media hora de prórroga". La cofradía experimentó el año pasado la misma situación, así que la mala noticia fue bien digerida por costaleros y penitentes entre los gritos de los chiquillos, apretones de manos y canastos de caramelos esparcidos por el suelo.

"El próximo año habrá que pensarse lo de sacar la mantilla del baúl", bromeaba con semblante serio María José Ruano, que hace 27 años se colocó por primera vez la peineta para seguir el paso del Nazareno de San Basilio. En su memoria, todavía conserva otros miércoles santos soleados en los que sacaba a su hija de la mano con "un lacito" en la cabeza y los nubarrones no se atrevían a asomarse a la ciudad. "En 2005 nos cayó un chaparrón muy grande, en 2006 nos refugiamos en la Catedral y el año pasado no llegamos a salir", hacía recuento la mujer a la espera de la decisión de la junta de gobierno, que pasadas las cinco y media se subía al altar mayor para comunicar la noticia esperada.

"Las caras de todos hablan por sí mismas", reconoció el hermano mayor después de confirmar que, por cuarto año, la tormenta impedía que la estación de penitencia se desarrollara con normalidad. Las nubes que empapan San Basilio cada tarde de Miércoles Santo va camino de convertirse en una maldición que ya no se recibe entre lágrimas, aunque la resignación es persistente a la humedad: "Esto es algo más que mala suerte, porque el año pasado todos salieron menos nosotros", lamentó José Carrillo, un costalero que intenta meterse bajo el palio de la Virgen del Amor desde hace cuatro años, los mismos que se lo impide la lluvia. En torno a las 18:30, tras la celebración de una misa de hermandad, la iglesia de la Paz abrió las puertas para que los devotos visitaran los pasos, colocados en el altar mayor.

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