Aplauso cofrade en El Cerro

Amor

Los vecinos del Campo de la Verdad arropan a su hermandad, que tuvo que regresar en la calle Rosario por la lluvia

Hermanos cubren a Nuestro Padre Jesús del Silencio.
L. Chaparro

21 de marzo 2016 - 01:00

LA mayor desolación, el mayor dolor y el mayor sentimiento cofrade en El Cerro. La lluvia, tan ansiada en el campo, tan denostada por las hermandades. La mañana fue el anuncio y la tarde, la confirmación. Aún así, el Amor decidió salir, si bien, se retrasó media hora, un tiempo que sirvió para celebrar el Cabildo de Aguas y decidir que sí, que se salía a pesar del riesgo. Una media hora que de nada sirvió porque el agua acabó llegando más pronto que tarde y cogió a la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor, Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes y María Santísima de la Encarnación a la mitad de la calle Rosario, en el barrio del Cerro, y que obligó a cubrir las imágenes con plásticos. A pesar de ello, la cofradía no se achantó y pudo lucir su valentía en la calle un par de horas con el apoyo de todo un barrio entregado.

Toda una muestra de orgullo reflejada también en los aplausos de cuantos esperaban a la hora de comer a las puertas del templo para ver salir a sus titulares. Aplausos ensordecedores para el fiscal de horas, aplausos al abrirse la puerta principal del templo de Jesús Divino Obrero, aplausos a la Cruz de Guía. Con gallardía y paso valiente a las 15:00, el Amor tocaba la calle, bajo un sol de primavera que nada presagiaba la lluvia que cayó apenas hora y media después sobre los titulares de la cofradía. "Buena estación de penitencia hermano, que disfrutes", dice en mitad de la escalera de plaza un vecino del Cerro a un costalero, que simplemente responde mirando al cielo, el mismo que se cubrió de nubes y que destrozó el sueño de todo el cortejo. Un duro trance para una hermandad de barrio, de esas de toda la vida, de las que despierta el fervor en todas las familias que viven en el Campo de la Verdad, de las que despiertan ese particular sentimiento cofrade que pasa de padres a hijos.

Regresar a mitad de camino y antes de llegar a la Mezquita-Catedral fue otra dura decisión que cogió a más de uno con el paso cambiado y que representó un duro golpe para todos. Sino que se lo pregunten a cuantos esperaban casi a la hora de comer a las puertas del templo para ver salir a los tres titulares. Que se lo pregunten sino a esos costaleros que tuvieron que subirse a los pasos para resguardarlos de la lluvia, o a los pequeños esclavinas o a los cientos de nazarenos de túnica blanca y escapulario color crema, cubre rostro y capa negra y cinturón de cuero negro que regresaban con suma tristeza pero con gran elegancia a su templo en un aciago primer día de primavera. Que se lo pregunten sino a los integrantes de las agrupaciones musicales y banda de cornetas que se quedaron sin poder rezar con sus sones al Señor del Amor o a la Virgen de la Encarnación, que cerraba un cortejo repleto de fieles y devotos bajo cientos de paraguas.

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