Semana Santa

Añoranza de San Lorenzo

  • La salida desde el patio del colegio Salesianos, la bajada de las temperaturas y el estreno de las copias de las piezas de oro robadas en octubre sobresalen en la recogida procesión de Ánimas

Prácticamente nada tienen que ver el portón de entrada al colegio Salesianos o su pista polideportiva con el pórtico de piedra, las columnas o la arquería ojival de la fernandina iglesia de San Lorenzo. A pesar del empeño puesto por la Hermandad de Ánimas para convertir un espacio escolar en el lugar de salida de una las procesiones más recogidas y austeras de la ciudad, la diferencia entre ambos escenarios es más que notable.

Tal es el contraste entre el patio salesiano y la parroquia de San Lorenzo -todavía en obras- que se torna en añoranza entre los asistentes a las inmediaciones de la calle de Santo Domingo Savio. Son muy numerosos los grupos de personas que aluden a los años en los que enmudecía la plaza de San Lorenzo y se apagaban las farolas para asistir a la salida de este singular crucificado del siglo XVI de rostro ennegrecido y melena natural y de su Madre, Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas. "Allí ni siquiera se oía a nadie comer pipas y quienes hacían algún ruido se ganaban la bronca segura de los que había a su lado", precisa una joven a sus amigos en torno a las 21:45, la hora prevista para el inicio de la procesión.

Pero todas estas adversidades estéticas no impiden que la estación de penitencia de Ánimas se distancie del resto de las procesiones que se desarrollan en la capital. Así lo entienden algunas de esas personas que reconocen que éste es el "único" cortejo al que acuden en Semana Santa. Les llama la atención desde que el paso vaya a ruedas hasta que los nazarenos lleven un farol del Viático en lugar de un cirio o que un coro masculino y otro formado únicamente por mujeres interpreten el canto del Miserere y el Stabat Mater.

La escena gana en recogimiento en una noche lúgubre en la que el termómetro ha bajado de siete a ocho grados en un último coletazo invernal. Hace frío en el barrio de San Lorenzo y la melena del crucificado de Ánimas prácticamente tapa su rostro. El viento impide además que los cirios del paso permanezcan encendidos y los titulares sólo son iluminados por las decenas de disparos de flashes de las cámaras fotográficas y por el brillante dorado de sus enseres, de los candelabros arbóreos y del velo de tinieblas.

Precisamente las piezas de oro que luce el Cristo del Remedio de Ánimas se convierten en otro de los asuntos de debate en los corrillos de cofrades que se va encontrando la procesión. En numerosas ocasiones se recuerda que la corona de espinas, las potencias y las azucenas de los clavos son unas copias de las que les robaron en aquel fatídico episodio del pasado octubre. "¿Adónde vamos a llegar?", concluye una mujer.

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