Aires de azahar en San Francisco

El Huerto

La hermandad de El Huerto saca a la calle a sus tres titulares desde San Francisco

La Virgen de la Candelaria, poco después de su salida..
La Virgen de la Candelaria, poco después de su salida..
L. Chaparro

29 de marzo 2010 - 01:00

Lo contradictorio del Domingo de Ramos es pasar de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén a ver al Señor Amarrado a la Columna. La contradicción es el sol en San Lorenzo y el atardecer en el Compás de San Francisco. La contradicción es estrenar zapatos por la mañana y aguantar el empedrado del atrio de la parroquia de San Francisco y San Eulogio a última hora de la tarde como si no hubiera otra opción. Lo contradictorio es cuando el olor del incienso nubla al del azahar en el Compás de San Francisco. Pero así es la Semana Santa.

Pero hay más, hay algo que llega a rozar lo caótico, cuando intentas bajar por la calle de La Feria para ver la salida del Huerto y te topas con la cofradía de El Amor e intentas atravesar cada una de sus bullas. Pero no hay problema. Sin rencores que el sol luce para todos por igual y ayer quiso jugar con destellos sobre la puerta del templo de San Francisco al posarse sobre sus restaurados clavos. Sol sobre la puerta y sombra en el Compás. Una nueva contradicción. Jesús ora ya en el Huerto de los Olivos y no hay tiempo para el aplauso. Un costalero bajo el paso grita "¡Viva el Huerto!", su clamor es respondido con un aplauso. Primera levantá, más aplausos. El primer paso de El Huerto avanza recto hacia el arco del Compás, como si el aire que corre esta tarde lo llevara sin problema, como de puntillas.

En la puerta del templo aparece el edil de Seguridad y Movilidad, José Joaquín Cuadra. No como concejal, sino como costalero de la Virgen de la Candelaria que intenta poner orden y supervisa todo lo que al menos puede hacer en estas circunstancias. Al fondo, el paso supera el arco y se ladea, se gira para cuadrar hasta la calle San Fernando. Mientras, Cuadra se interesa por el estado de las tablas de madera que hay a la entrada del templo, que cojean. Los niños de esclavina no reparan en ello. Juegan con sus cestas. Disfrutan en su inocencia.

No hay silencio en San Francisco mientras el primer paso de los tres que pone en la calle esta hermandad, cuya última refundación fue en 1975. La talla anónima del Señor Amarrado a la Columna, del siglo XVIII, inicia su salida. Es un paso elegante, caoba, recio. Sobre un manto de claveles rojos, el Señor continúa con su penitencia. Aplausos, aplausos y serenidad.

Aún no ha alcanzado el arco y Cuadra, sí el edil, ya lo ha decidido. Hay que dar la vuelta a una de las tablas para que la imagen de la Virgen que Antonio Rubio hizo en 1974 pueda salir sin problema en su palio. Y así lo hace, sin problema, con un compañero costalero. El silencio del Amarrado contrasta con la pasión que despierta La Candelaria y todo el esfuerzo y sacrificio que tienen que hacer los costaleros debajo del palio. La espera, que ha sido extensa, bien merece la pena. La salida de la Virgen del templo se hace complicada, resulta una operación milimetrada para que el palio no sufra y no choque contra el arco de la salida del templo. Los costaleros sacan a pulso la imagen y el pulso en San Francisco se acelera al ver salir a la Candelaria un año más a la calle.

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