Cuando las hormonas nos abandonan

Es hora de analizar y cuestionar el alcance y la percepción de la palabra 'menopausia' 

Me gusta hablar claro, por eso hoy y desde aquí voy a revindicar cambiar o renombrar esa palabra tan horrible que es “menopausia”. Es una palabra tabú porque cuando la nombras lo que viene a tu cabeza y de quien la escucha es la vejez, y es como si te pusieras una etiqueta. Es por eso por lo que casi no hablamos de ella, aunque las cosas van cambiando también para esto.

Según la OMS, la definición de menopausia es “el cese permanente de la menstruación, determinado de manera retrospectiva tras 12 meses consecutivos de amenorrea, sin causas patológicas y como resultado de la pérdida de actividad folicular ovárica”, es decir, cuando llevas 1 año sin menstruación. No habla de edad, ni de los cambios que aparecen antes, durante ni después, sólo del cese de la actividad hormonal del ovario. Está claro que la definición es puramente científica y que no la describió una mujer.

Y es que de repente y en un momento siempre inesperado de tu vida, empiezas a no sentirte igual, tienes muchas sensaciones incómodas y poco agradables, que pretendo aclarar en la medida de lo posible para ayudar a quien pueda y, por otro lado, alegrar a quienes me han pedido que escriba sobre el tema.

Por un lado, tu cuerpo no parece el mismo; hay días en los que parece que pesas dos o tres kilos más, estás “como hinchada” y no te cabe la ropa habitual que te ponías hace una semana y de nuevo otro día te levantas que parece que sigues igual... o casi porque en medio has perdido dos centímetros de cintura, bueno igual uno, pero esto es una exageración mía fruto de la indignación que se sufre.

El caso es que no sabes exactamente qué es lo que te ocurre: estás triste o irritable, muy cansada, duermes regular, te despiertas frecuentemente, te encuentras sensible por demasiadas cosas, sientes ansiedad, miedo que igual no sabes a lo que es, necesitas que alguien te dé un abrazo…tantas cosas juntas que no te entiendes ni tú.

La instauración de estos síntomas y sensaciones es variable.  Es probable que aparezcan a partir de los 40 pero no siempre es así, y también pueden aparecer en otro orden, o con suerte, comiencen a partir de los 45 o 50 y entonces directamente aparezcan los “desarreglos menstruales” que son los que nos dan la pista de que pasa algo más en nuestro organismo y, por tanto, entenderlo un poco mejor.

Ese momento es inesperado porque pueden aparecer incluso años antes de esa alteración en el periodo menstrual y, porque por suerte y gracias a los avances entre otras cosas de la medicina, tenemos muy buena calidad de vida y cada vez somos jóvenes más tiempo… o eso creemos porque nos sentimos jóvenes pero nuestro cuerpo no lo es tanto. Y es ahí donde comienza ese desconcierto.

Uno de los síntomas clave para la sospecha de lo que nos ocurre, son los famosos “sofocos”. Suelen ser más frecuentes por la noche (sobre todo si bebes alcohol) y desconcierta a quien duerme a tu lado porque parece que te ha cambiado el termostato, y porque con frecuencia tienes que pegarle una patada al edredón a las tantas de la madrugada y al rato de nuevo, tiritando de frio. De verdad, un suplicio. Por el día, entra un calor desde la parte superior del tórax y cuello hacia la cara, que es algo angustioso porque a veces además se acompañan de sensación de taquicardia (y ansiedad) pero que realmente se pasa en unos segundos, aunque se hacen eternos y da la impresión de que todo el mundo se ha dado cuenta, aunque realmente se dan cuenta cuando buscamos de forma desesperada el famoso abanico. Y bueno, tampoco pasa nada porque lo note quien sea, insisto en que no es algo para avergonzarnos, aunque incomoda mucho.

Esos sofocos y por añadir algo de ciencia, son debidos a la alteración en la termorregulación secundaria a la bajada de estrógenos que ocurre en este periodo. En ocasiones hay que tratarlos por el malestar que generan, pero en pacientes con antecedentes o riesgo de cáncer de mama, no está indicado el uso de tratamiento hormonal. Esto debe ser siempre individualizado y en manos de un profesional que valore la necesidad.

Esa bajada de estrógenos produce también otros problemas en nuestro organismo puesto que afecta a diferentes tejidos. Sobre nuestros huesos produce una pérdida de calcio que debemos de suplementar con la alimentación aumentando el consumo de lácteos bajos en grasa para evitar o retrasar la osteoporosis, acompañando esa alimentación saludable de ejercicio físico que es fundamental para mejorar la afectación de la que hablamos sobre el tejido muscular y porque ayuda a fijar ese calcio en el tejido óseo. El ejercicio recomendado es el que a cada una le guste más, porque hay que hacerlo con regularidad y que no sea una carga más a nuestras obligaciones. Por otro lado, la afectación en los vasos sanguíneos hace que aumente el riesgo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, la arterioesclerosis y el infarto. Es fundamental, clave y determinante, dejar de fumar si no lo has hecho antes.

Al final, es un proceso duro porque es realmente un duelo. No es una enfermedad, pero es el fin de una etapa, la de la edad fértil, y el comienzo de otra que, aunque nos seguimos sintiendo jóvenes, debemos cuidarnos más para ese nuevo periodo de la vida que efectivamente antes era más corto y ahora por suerte es más prolongado y podemos disfrutar.

Es verdad que esto nos afecta directamente a las mujeres, pero indirectamente también a los hombres, de los que en esos momentos lo que necesitamos es que nos acompañen en ese camino y preferiblemente con comprensión, paciencia y mucho cariño… que los abrazos son muy terapéuticos

Y es que las mujeres estamos acostumbradas a sufrirlo en silencio y a no hablar de este tema por vergüenza a sentirnos viejas. Es importante escucharse y permitirse ciertas licencias, y lo que es más importante: empezar a cuidarnos en serio si no lo has hecho antes. Es hora de tomarse la tensión con cierta frecuencia (una vez al mes es suficiente), vigilar la alimentación aumentando el consumo de lácteos, frutas y verduras, hacer ejercicio, y cuidar la piel más que nunca con crema a diario y siendo felices, que es lo que más nos ayuda a estar relucientes.

Respecto al sueño, debemos evitar en la medida de lo posible el consumo de benzodiacepinas. Somos el primer país del mundo en consumo de estos fármacos con los efectos secundarios que producen. Como consejo para mejorar el sueño y a la vez, como antioxidante natural, podemos tomar melatonina que no produce efectos secundarios y tiene múltiples beneficios en el organismo además de mejorar nuestra piel y pelo.

Y el mejor consejo de todos: rodéate de un buen grupo de amigas y establece reuniones frecuentes con ellas, porque te ayudará a no tomar ansiolíticos. Ni que decir tiene que amigas divertidas, de esas que vuelves a casa como nueva.

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