Reacciones adversas a los alimentos

Hasta hace unos años la única solución era evitar para siempre el alimento causante

En los últimos años se ha evidenciado un aumento de las reacciones adversas a alimentos, probablemente asociadas a cambios en el estilo de vida. Una reacción adversa es cualquier respuesta clínicamente anormal que puede atribuirse a la ingestión, contacto o inhalación de un alimento, de sus derivados o de uno de sus aditivos. Pero no todos los pacientes saben que se clasifican en tres tipos; alergias, intolerancias o toxiinfecciones alimentarias. "Nuestro organismo obtiene los nutrientes necesarios a través de los alimentos y éstos no deben provocar molestias, pero en ciertas ocasiones, la ingesta, contacto o inhalación de alimentos provoca una respuesta anormal", afirma el Dr. Francesc Casellas, responsable del Comité de Nutrición de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).

Una alergia alimentaria es una reacción adversa mediada por el sistema inmunológico que ocurre en ciertas personas (los alérgicos) al ingerir determinados alimentos (los alérgenos). "Los alérgicos no nacen siéndolo, sino que se hacen alérgicos", explica Casellas. Y, para ello, es necesario que el paciente haya tenido contacto con el alimento alergénico. Tal y como señala Quirónsalud, hasta hace pocos años, la única forma de prevenir la aparición de una reacción alérgica frente a un alimento era la evitación del alimento. Actualmente, se puede actuar modificando el curso natural de la enfermedad alérgica mediante la Inmunoterapia oral con alimentos.

Para llegar al diagnóstico se realizan pruebas cutáneas o un análisis. No obstante, aunque resulten positivas, no son suficientes para diagnosticar una alergia: "Deben acompañarse de una reacción clínica sugestiva de la alergia tras la ingesta del alimento sospechoso", destaca el experto. Los síntomas provocados suelen aparecer rápidamente y pueden ser cutáneos, digestivos, respiratorios o generalizados.

Por otra parte, se encuentra la intolerancia alimentaria, que es una reacción adversa que no tiene un origen inmune, sino que se produce por la digestión incompleta o inadecuada de un alimento. Los tipos más frecuentes son a la lactosa, fructosa, sorbitol, histamina y al favismo. Desde la FEAD recomiendan adaptar la dieta para evitar los síntomas. No se deben excluir alimentos sin el consejo de un profesional sanitario así como tampoco eliminar alimentos saludables de la dieta. A diferencia de las alergias e intolerancias, la toxiinfección alimentaria se produce como consecuencia de la ingesta de un alimento contaminado por gérmenes patógenos o sus toxinas. Si la enfermedad se debe a la ingesta de alimentos contaminados por bacterias o virus se habla de infección; si es por la ingesta de alimentos contaminados por toxinas bacterianas es intoxicación; y si es por la ingesta de parásitos, infestación.

Desde la OMS han publicado unos consejos para la preparación higiénica de los alimentos: Consumir los que hayan sido tratados o manipulados higiénicamente; evitar el contacto entre los alimentos crudos y cocinados; mantener los alimentos fuera del alcance de insectos, roedores y animales de compañía; y utilizar exclusivamente agua potable. Seguro.

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