Salud y Bienestar

La disfunción renal eleva hasta diez veces el riesgo de problemas cardiacos

  • Expertos recomiendan por el Día Mundial del Riñón una vida saludable y análisis periódicos de sangre y orina para la detección precoz del problema. La enfermedad es silente y asintomática.

Protege tus riñones, cuida tu corazón. Este lema del Día Mundial del Riñón que se celebra hoy jueves alerta con claridad sobre el círculo vicioso de alto riesgo que dibujan las disfunciones renal y cardíaca. De hecho, se habla con frecuencia de síndrome cardiorrenal porque, como remarca el presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), Alberto Martínez Castelao, "uno de los órganos daña al otro; es la pescadilla que se muerde la cola". Y el mensaje ahora es dibujar otro círculo, pero esta vez saludable: el de la prevención, para proteger a la vez a ambos.

En los dos años anteriores, el acento de la jornada se había puesto en las dos causas más importantes de enfermedad renal crónica (ERC): la hipertensión y, sobre todo, la diabetes, un tercio de cuyos pacientes padecerá aquel trastorno en el que los riñones 'limpian' peor las toxinas de la sangre y no garantizan una función sanguínea y ósea saludable. En este 2011, el foco se dirige a esa relación potencialmente dañina entre riñón y corazón, una advertencia imprescindible desde el momento en que las personas con ERC avanzada multiplican por 10 el riesgo de episodios cardiovasculares de quienes tienen una función renal normal.

Desde la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales (Alcer), su presidente Alejandro Toledo anima a "trabajar todos juntos en estrategias de prevención en salud renal", ámbito en el que todavía "queda camino por recorrer" en nuestro "universal, solidario y envidiado" sistema sanitario público. Se trata, por un lado, de promover una vida saludable: alimentación equilibrada -dieta mediterránea con poca sal y grasa-, ejercicio físico moderado, evitar la obesidad, no fumar ni abusar del alcohol. Y, por otro, de controlar la función renal con análisis periódicos de sangre y orina que permitan detectar precozmente la ERC. Porque, como Toledo sabe por experiencia propia -le fue diagnosticada "en una revisión rutinaria en la empresa"-, la enfermedad renal crónica es "muy silente y asintomática", aunque su prevalencia ronda el 10% de la población. Más allá de alguna pista que apunta Martínez Castelao, como una "orina con mucha espuma" o "hinchazón de piernas, que también puede ser por otras causas", lo habitual es que la persona afectada no la detecte. Máxime cuando, como ha puesto de relieve un estudio de la Fundación Renal Alcer, más de la mitad de la población andaluza y española desconoce los síntomas de la ERC: falta de energía, dificultad para concentrarse, falta de apetito, dificultad para dormir, calambres musculares nocturnos, pies y tobillos hinchados, piel seca y con costras. Se conocen de sobra las claves que exigen atención especial, desde la diabetes, la hipertensión o los propios antecedentes cardiovasculares, hasta las patologías renales en la familia, pasando por la edad avanzada que aumenta los riesgos de salud. Y también se sabe la mejor fórmula para que una disfunción renal se detecte pronto y no se convierta en un peligrosa enfermedad avanzada: controlarse la tensión y someterse a dos "análisis elementales" de sangre y de orina, el primero para comprobar si el riñón filtra bien un compuesto llamado creatinina y el segundo para medir la liberación de proteínas, que cuando es excesiva porque hay daño renal se conoce como proteinuria o albuminuria y conlleva mayor riesgo cardiovascular.

Al inicio de las cinco etapas de la disfunción renal, hay herramientas terapéuticas para controlar el problema. Pero en las fases avanzadas cuarta y quinta la insuficiencia renal se hace crónica, y las opciones, como advierte Martínez Castelao, se reducen a la diálisis, que "mantiene al paciente con vida", y al trasplante, que permite "curarle".

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