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Dominar los complejos e inseguridades en la adolescencia

Dominar los complejos e inseguridades en la adolescencia

Dominar los complejos e inseguridades en la adolescencia

Las personas somos diferentes, altas o bajas, gordas o flacas, tenemos la nariz muy pequeña o demasiado grande, tenemos ojeras marcadas y orejas “de soplillo”, tenemos acné, mucha tripa, piernas largas o cortas, brazos redondos o alargados, dientes blancos o torcidos…en fin, somos como somos. Sin embargo, para bien o para mal, vivimos en una sociedad donde se concede gran importancia a la imagen. Anuncios publicitarios con mujeres y hombres perfectamente esculpidos provocan en la mayoría de las personas muchos complejos, especialmente en los adolescentes que se encuentran en esa etapa de la vida donde dejar la infancia atrás para convertirse en adultos supone un cambio de gran envergadura que requiere un tiempo de adaptación. Además, viven "pegados” a una pantalla donde el bombardeo de “jóvenes físicamente perfectos”, es continuo. Los adolescentes necesitan sentirse integrados entre sus compañeros, que no les vean como “bichos raros”, buscan la aprobación continua de los demás y son muy sensibles a las exigencias sociales y familiares.

La psicóloga general sanitaria Mónica Sargadoy, del Hospital Quirónsalud Digital La psicóloga general sanitaria Mónica Sargadoy, del Hospital Quirónsalud Digital

La psicóloga general sanitaria Mónica Sargadoy, del Hospital Quirónsalud Digital

La psicóloga general sanitaria Mónica Sargadoy, del Hospital Quirónsalud Digital, define los complejos como “el conjunto de creencias o ideas sobre una imperfección física o psicológica que puede ser real o percibida y posee una connotación emocional importante pues se le atribuye un valor desproporcionado. Los complejos son inconscientes y surgen en ciertas etapas del desarrollo como un mecanismo compensatorio de carencias y desequilibrios afectivos”. El complejo físico aparece porque hay algo que vemos en nosotros que no nos gusta, una característica física que se convierte en algo molesto y llega afectar a la autoestima. Sin embargo, es curioso como para algunas personas el hecho de tener cierta característica física puede que le haga “especial” y no lo vea como un complejo.

Los adolescentes pueden llegar a sentirse inseguros por su apariencia física, carencia de habilidades sociales o académicas. Estas inseguridades son las que pueden llevar a la formación de complejos que condicionan la vida de estos jóvenes dificultándoles disfrutar plena y sanamente esta etapa. Superar estos complejos pasa en primer lugar por entender que “el complejo permanece en el subconsciente y por lo tanto no existe responsabilidad alguna por tenerlo” afirma la psicóloga. También es importante tratar de averiguar el origen de estas inseguridades.

De acuerdo con la carencia real o percibida que está en la base de los complejos, estos pueden ser muy diferentes. La inseguridad y la falta de autoestima son problemas que, normalmente, esconden algo más grave. El adolescente que se siente inestable busca seguridad allí donde pueda encontrarla. Para superar este complejo, el adolescente debe rodearse de personas que le valoren, le aprecien y le ayuden a no dejar para otro día los asuntos difíciles, a centrarse en objetivos concretos, a superar el miedo a equivocarse y a ser capaz de opinar lo contrario de lo que piensan u opinan otras personas. Fomentar la autoestima para que se sienta bien consigo mismo y valorar siempre los logros que consiga.

Cuando los complejos se convierten en una obsesión, pueden derivar en algún tipo de trastorno psicológico Cuando los complejos se convierten en una obsesión, pueden derivar en algún tipo de trastorno psicológico

Cuando los complejos se convierten en una obsesión, pueden derivar en algún tipo de trastorno psicológico

Los complejos físicos aparecen porque una característica física se convierte en algo molesto. Los más frecuentes son los relacionados con el peso, la estatura, el pelo y las formas de alguna parte corporal, como puede ser la nariz o la tripa, por ejemplo. Es bastante habitual sentir cierta incomodidad con algún rasgo físico pero cuidado, cuando estos complejos se convierten en una obsesión, pueden derivar en algún tipo de trastorno psicológico. Las causas más comunes de los complejos físicos en adolescentes suelen darse porque han sufrido insultos o humillaciones, porque los han comparado continuamente con otras personas o amigos cercanos, lo que hace que tengan la autoestima muy baja y se sientan inseguros y poco valorados, y estar obsesionado por los supuestos ideales de belleza que impone la sociedad actual.

Esta obsesión por el cuerpo puede derivar en un trastorno dismórfico corporal (del griego dis: alteración y morfia: forma), es decir, una preocupación excesiva y continua por uno o varios defectos que se perciben en el cuerpo, a menudo imaginarios o poco perceptibles, pero la persona que lo sufre siente una gran angustia y ansiedad. La vigorexia o la anorexia son dos ejemplos de trastornos psicológicos que afectan al físico en los que la persona que los sufre se ve, en el primer caso, con un tono muscular débil y necesita estar continuamente fortaleciendo los músculos cuando no lo precisa. En el segundo, se percibe desproporcionadamente más grueso de lo que en realidad pesa.

La solución para atajar los complejos pasa muy habitualmente por acudir a profesionales. La solución para atajar los complejos pasa muy habitualmente por acudir a profesionales.

La solución para atajar los complejos pasa muy habitualmente por acudir a profesionales.

Existen también numerosos complejos psicológicos como el de Peter Pan, que no quiere o le da miedo crecer y madurar, el narcisista, que solo piensa en sí mismo, el complejo de superioridad o el que se siente culpable por todas y cada una de las cosas que ocurren a su alrededor.

Supongamos que una persona padece el complejo de culpa, el camino para eliminarlo conllevará en primer lugar identificarlo “se deben apuntar cada día los momentos en los que el complejo se activa para considerar después si se ha tenido responsabilidad sobre lo ocurrido” asegura la psicóloga Mónica Sagardoy. Por otra parte, una vez verificada la falsedad del complejo, nos será de gran ayuda atrevernos a actuar como si tal complejo no existiera. Por ejemplo, si se llega tarde a una clase por causas ajenas a nuestra voluntad, no será preciso dar explicación alguna, bastará un “lo siento” puesto que no se es culpable del retraso.

La solución para atajar los complejos pasa muy habitualmente por acudir a profesionales, psicólogos que ayudan a reforzar la autoestima y la seguridad personal que, en muchas ocasiones, el adolescente no puede hacerlo solo.