SALUD PÚBLICA

Una vacuna sexagenaria

  • El 6 de octubre comienza la campaña de vacunación antigripal en los centros de salud andaluces. Varios médicos relatan curiosidades y explican los posibles efectos secundarios de esta dosis, entre ellos contraer un catarro

El americano Thomas Francis Junior demostró en 1944 que si se cultivaba el virus de la gripe dentro de huevos fertilizados de gallina, el microbio se debilitaba y perdía virulencia. Su descubrimiento dio la vuelta al mundo y desde entonces numerosos laboratorios de vacunas desarrollan cada año un antídoto contra un virus que cambia sus características cada temporada.

La clave se encontró hace más de 60 años pero no fue hasta 1968 cuando la fábrica líder CSL Limited produjo y comercializó de forma global la vacuna. Poco a poco cada país fue introduciendo en sus sistemas sanitarios el antídoto antigripal y crearon campañas de inmunización gratuitas, tal como ocurre en Andalucía desde 1985. Así, mañana, 6 de octubre, comienza un año más la distribución de dosis en 1.492 puntos, la mayoría centros de salud.

El culpable de la gripe es un germen llamado virus influenza que tiene una gran capacidad de mutación. Esto hace que su naturaleza cambie y que la cepa de virus que circula un año sea distinto el siguiente. “El virus es el mismo en todo el mundo, por eso en el hemisferio norte nos guiamos por el tipo de gripe que padecen en el hemisferio sur, donde los brotes son anteriores”, comenta Fernando Forjas, director médico del distrito sanitario Bahía de Cádiz-La Janda. Al mismo tiempo existen Grupos de Vigilancia, integrados en la Organización Mundial de la Salud (OMS), distribuidos por todo el mundo y que aportan información sobre las variaciones del microbio. En la región hay un grupo formado por 125 médicos de atención primaria y pediatría del Servicio Andaluz de Salud. Según todos estos datos, “este año han cambiado tres cepas del virus en la vacuna y la gripe puede ser un poco más agresiva”, explica el doctor Forjes, “pero no hay que alarmarse”.

Hoy en día se conocen tres tipos de virus de la gripe: A, B y C. El primero es el más contagioso y al él corresponden la mayoría de las epidemias como la más terrible del siglo XX, conocida como la gripe española (1918-1920) donde murieron más personas que en la Primera Guerra Mundial.

El objetivo de la vacuna es proteger a la población de una enfermedad que fue descrita por primera vez en el siglo V antes de Cristo por Hipócrates de Cos, precursor de la medicina. Pero no toda la población necesita vacunarse. La campaña está destinada “a personas mayores de 65 años; personas con trasplantes o patologías crónicas como el asma, enfermedades cardiacas o diabetes, que por lo general tienen las defensas bajas; sus cuidadores y personal sanitario”, indica la médico de familia onubense Sonia Martínez.

A las personas hipersensibles al huevo y a ciertas proteínas del pollo se les aplica una vacuna un tanto especial, ya que la original puede causarles alguna reacción alérgica. “A estas personas se les envía a su médico de familia para que les receten otra vacuna”, aclara la doctora Sonia Martínez. Además, según explica el doctor Fernando Forjes, algunos laboratorios introducen pequeñas cantidades de antibióticos a los recintos donde se encuentra la vacuna para mejorar su conservación: “Los alérgicos a estos antibióticos sólo tienen que cambiar de marca”.

La vacuna tiene entre un 70 y un 80% de efectividad en la gente joven y sana, según ha informado la OMS. Sin embargo, “al igual que cualquier medicamento, tiene efectos secundarios”. Según Fernando Forjes, los casos son mínimos. “Puede aparecer un cuadro catarral leve con algo de destemplanza, pero es bastante infrecuente”. Sin embargo, los pacientes lo confunden con la propia gripe y se niegan a aplicarse la vacuna al año siguiente, especialmente si son mayores, ya que los síntomas son más fuertes.  

Gripe y resfriado o catarro común no son sinónimos. Cada uno tiene su propia sintomatología, aunque en ambos casos la causa es un virus y no responden a antibióticos. “La gripe presenta fiebre alta, 39 ó 40 grados, muchos dolores musculares y de articulaciones pero pocos síntomas respiratorios como estornudos, mocos o tos”, señala el director médico.  En cambio, “el catarro común nunca da fiebre, en algunos casos destemplanza, provoca dolor de garganta y mucha mucosidad”.

Los médicos aseguran que la automedicación es contraproducente. “Sólo recomendamos tomar un paracetamol cada seis horas para reducir los dolores”, indica la doctora Sonia Martínez. Para hacer frente a los síntomas de ambas enfermedades,  el doctor Forjes recomienda beber mucho líquido ya que en el catarro común hidrata las mucosas y evitar infecciones por bacterias, y en el caso de la gripe hidrata el cuerpo que pierde líquidos por la fiebre.

Hace más de sesenta años que Thomas Francis dio los primeros pasos con huevos de gallina para frenar una enfermedad que provoca 860 casos por cada cien mil habitantes en Andalucía, una intensidad moderada pero que la OMS pretende mejorar con los años.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios