Un centenar de voluntarios realizarán el censo del lobo ibérico en Andalucía

Medioambiente

A principios de año, recibirán formación en el Sistema Central y a continuación empezarán con los muestreos

"Hay zonas adecuadas en Andalucía para la reintroducción ya de familias de lobos"

Un lobo ibérico, en libertad.
Un lobo ibérico, en libertad. / J. A. Maldonado / Life

Un centenar de voluntarios participará en los próximos años en la elaboración del censo del lobo ibérico en Andalucía, un proyecto de ciencia ciudadana que ha puesto sus cimientos en la localidad cordobesa de Iznájar a raíz de la celebración de las terceras jornadas formativas, divulgativas y de coordinación sobre el Canis lupus en la comunidad, coordinadas por el Proyecto de Voluntariado para el Censo del Lobo y organizadas por el naturalista Cristóbal Cobo, responsable de la Escuela de Naturaleza Natéam y a partir de ahora también coordinador general de la iniciativa.

El encuentro superó las expectativas con 120 asistentes procedentes de toda España y la constitución de un grupo de precoordinación. A partir de ahora, el centenar de voluntarios recibirá formación sobre el terreno para aprender a identificar las huellas de este mamífero en el medio natural, para lo que viajarán al Sistema Central, en Madrid, donde ya hay presencia del lobo. Como ha avanzado Cobo, está previsto que el proceso formativo se desarrolle a principios de año.

La idea es que, una vez culminado, los grupos empiecen a rastrear el medio natural andaluz en busca de indicios. Las expectativas son bajas y la previsión es que los sondeos, que pueden prolongarse durante un periodo de dos años, terminen a cero, pues hace décadas que el aullido del lobo no se escucha en Sierra Morena.

Los indicios más cercanos de Canis lupus en Andalucía se remontan a 2013, cuando el Centro de Análisis y Diagnóstico de la Fauna Silvestre, con sede en Málaga, certificó la recogida de cinco excrementos de lobo, tres de ellos en la Sierra de Andújar (Jaén), y dos de ellos en el continuo de bosque mediterráneo formado por las sierras de Hornachuelos y el Norte de Sevilla. Desde esa fecha no hay otros indicios. Ni observación directa ni ningún tipo de evidencia. En otras regiones donde sí se han detectado familias, el voluntariado ha instalado cámaras de fototrampeo y realiza seguimientos, aunque el punto de partida es que en Córdoba, y por extensión en el conjunto de Andalucía, no será necesario.

El Proyecto de Voluntariado para el Censo del Lobo y Evaluación del Estado de Conservación de sus Hábitats Naturales en la Península Ibérica es una inicitiva científica a medio y largo plazo basada en lo que se denomina la ciencia ciudadana, que a través de la formación y la concienciación intenta implicar a la sociedad civil en las labores de conservación de la biodiversidad y el medio ambiente, en este caso focalizados en una pieza "tan fundamental e indispensable" de los ecosistemas ibéricos como es el lobo, como explica su director, el biólogo Ángel M. Sánchez.

A través de una metodología científica "estricta" y la formación "continuada" de los voluntarios que participan en el proyecto, el grupo se dedica a buscar respuestas sobre la situación poblacional del lobo en la Península Ibérica, así como a evaluar el estado de conservación de sus hábitats naturales, pasados, presentes y futuros. "De este modo, podremos influir positivamente en las diferentes administraciones, en cuanto a gestión y conservación de la especie, que podrán basar sus decisiones en la mejor ciencia disponible", expresa Sánchez.

El proyecto apuesta por mantener varias líneas de trabajo paralelas sobre concienciación ciudadana y para la reintroducción directa de la especie, tal y como se ha hecho con el caso del lince ibérico "con éxito" en las últimas décadas, compara el biólogo. Y el objetivo último es convencer a las administraciones competentes -la Junta de Andalucía es el principal escollo- para la reintroducción de especies, que en este caso serían familias de tres o cuatro individuos, porque el lobo necesita del grupo para sobrevivir. Los animales habrían de superar un periodo "de cohesión" en un sitio acotado, y a posteriori se liberarían, siempre monitorizados para seguirles los pasos.

Contar con corredores seguros para que las manadas ganen territorios es otra de las claves. Sobre todo en toda la cornisa de Sierra Morena, desde los Picos de Aroche y Aracena, en Huelva, a la Sierra Norte de Sevilla, Hornachuelos, Los Pedroches, Cardeña-Montoro, Andújar y Cazorla. El gran problema aquí, como advierte Sánchez, es la proliferación de cercados cinegéticos que impedirían el paso de estos cánidos. Aunque existe solución: "Sería tan fácil como sustituir los vallados que existen ahora, diseñados para las grandes monterías, por los muros tradicionales de piedra", explica.

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