Más de 5.000 personas acompañan a la Virgen de la Sierra en una inolvidable Bajá a Cabra
Subbética
El obispo de Córdoba, Jesús Fernández, se colocó bajo las andas y portó a la Virgen a la salida del Santuario
Las mejores imágenes de la Bajá de la Virgen de la Sierra en Cabra
El calendario marcaba, como cada 4 de septiembre, la cita más esperada por el pueblo de Cabra: la Bajá de la Virgen de la Sierra. Una jornada que no entiende de relojes ni de rutinas, porque es el día en el que la devoción se desborda, el sentimiento se multiplica y la ciudad entera se viste con la emoción de recibir en sus calles a la que es Reina, Señora y Alcaldesa Perpetua de todos los egabrenses.
Desde muy temprano, cuando el sol apenas asomaba entre los perfiles calizos de la Subbética, los caminos que llevan hasta el Santuario ya se veían repletos de fieles, familias, jinetes, romeros y devotos llegados no solo de Cabra, sino también de distintos puntos de la geografía nacional. A la cita acudieron en torno a 5.500 personas, un número que habla por sí solo de la magnitud del fervor que despierta la Virgen de la Sierra.
Entre tanto ambiente festivo y espiritual, se hizo presente el obispo, Jesús Fernández, que por primera vez visitaba este Santuario desde que tomara posesión de su cargo pastoral. Y lo hacía con una cercanía y una amabilidad que sorprendió y conmovió a todos. No solo presidió con solemnidad y ternura la misa de romeros a las doce del mediodía, sino que se colocó bajo las andas y portó a la Virgen en sus propios hombros, dando ejemplo de humildad y entrega.
Camino bajo un sol de justicia
Fiel a la costumbre, a las cuatro de la tarde en punto se abrían las puertas de la iglesia del Santuario. El sol caía con fuerza, aunque el aire serrano suavizaba a ratos la sensación térmica. Entre aplausos, vivas y lágrimas, la Virgen de la Sierra iniciaba su recorrido hacia Cabra.
La primera parada fue en La Viñuela, donde aguardaban un centenar de caballistas. El colorido de los trajes y el sonido de los caballos dieron un aire muy característico al inicio del camino. La Virgen se detenía allí unos minutos, en medio de una multitud que se arremolinaba para verla de cerca antes de afrontar el tramo más duro del recorrido. Superado ese tramo, el siguiente punto de referencia fue el paraje de los Colchones, donde la Hermandad de San Rodrigo - Costaleros de la Virgen de la Sierra repartieron 4.200 litros de agua entre los romeros.
La siguiente parada fue la Casilla de la Salve. Allí, como cada año, se produjo uno de los momentos más emotivos de la tarde. Antonio Roldán, padre e hijo, además de los hermanos Egea, entonaron la salve ante la Virgen. El canto, sencillo pero lleno de sentimiento, es ya una tradición que muchos esperan cada año. Además, en ese mismo lugar se cumplió otra costumbre: fueron las mujeres quienes cargaron a la Virgen en sus hombros.
A las 19:15, puntuales según el horario previsto por la Archicofradía, la Virgen llegaba a la parroquia de San Francisco y San Rodrigo. Allí la esperaban miles de personas que abarrotaban las inmediaciones. Dentro se celebra una breve misa, tras la cual la procesión continuó hacia el centro de la ciudad. El siguiente gran momento es su paso por los Arcos de la calle Baena, un lugar simbólico donde el pueblo la recibe como su Alcaldesa Perpetua. Finalmente, la Virgen llegó a su destino en la parroquia de la Asunción y Ángeles, donde permanecerá hasta el primer domingo de octubre.
Veinte años de la coronación pontificia
Este 2025 no es un año cualquiera. Se cumplen 20 años de la coronación pontificia de la Virgen de la Sierra y diez de la Magna Regina Mater celebrada en Córdoba. Por ello, en los próximos días se celebrarán actos destacados: el 5 y 6 de septiembre tendrá lugar un solemne besamanos en la parroquia, y el 28 de septiembre se realizará un rosario de la Aurora en el que la Virgen visitará por primera vez los barrios de Belén y Pedro Garfias.
La Bajá de la Virgen de la Sierra ha vuelto a demostrar por qué es uno de los momentos más importantes del calendario festivo y religioso de Cabra. La mezcla de esfuerzo físico, devoción y ambiente popular hace que la jornada sea única.
El pregonero de este año, David Herrador, lo resumía con una frase que muchos recordaremos estos días: la Virgen es “el ancla de nuestra esperanza” y “sus ojos azules inundan todos los hogares egabrenses de felicidad”.
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