El vino que alegra las penas

Puerto del Calatraveño

La decisión de la Unión Europea de reconocer la singularidad de los caldos Montilla-Moriles puede suponer un nuevo impulso a la promoción de un alimento único, saludable y elaborado en Córdoba, que no es poco

LO confieso. Ayer me tomé un medio de vino, un fino de Montilla-Moriles para más detalles. Es verdad que cualquier excusa es buena para disfrutar de un buen caldo de la tierra, pero ayer tenía más motivos para saborear de un producto único e inigualable con sello cordobés. Esta reflexión ya no es exclusiva de unos pocos, sino una verdad sellada por la propia Unión Europea, que ha reconocido de una vez por todas (falta hacía) la singularidad de los vinos cordobeses y su capacidad para alcanzar de forma natural una graduación exacta, un extremo al que otros no pueden llegar. La decisión de la UE puede y debe suponer un impulso a los zumos de uva del marco Montilla-Moriles, como reconocieron el propio presidente del consejo regulador, Manuel Pimentel, y el delegado de Agricultura en Córdoba, Francisco Zurera.

"Qué tendrá el vino que alegra las penas mías", dice la canción. Desconozco si acaba con todas las tristezas, pero sí que ayuda a transmitir alegría, sobre todo a los sufridos productores -aunque a unos más que a otros, también hay que decirlo-, que con esta nueva decisión de la UE tienen una nueva oportunidad de promocionar en mayor medida los valores de nuestros caldos. Bien pensado, este tipo de resoluciones tomadas en Bruselas son un aval más para darle formalidad al centenario dicho de que unas copitas de vinos, incluidas en una buena dieta mediterránea, tienen efectos positivos y beneficiosos para la salud.

No sé yo si en Montilla-Moriles han llegado a ese extremo, pero cuando se trata de promocionar un alimento de estas características, no hay que dejar pasar la ocasión y aprovechar cualquier resquicio para decir aquí estamos nosotros con nuestros zumos. De hecho, el valor de esta postura adoptada por la Unión Europea lo dio la propia ministra del ramo, Rosa Aguilar Rivero, quien se las ingenió para, pese a estar en Jaén en otro acto, hacer acto de presencia -vía telefónica- en la rueda de prensa celebrada en Córdoba en la que Pimentel y Zurera explicaban la buena nueva. Conociendo a la ex alcaldesa y ex consejera, si quiso hacer llegar su felicitación al sector en vivo y en directo es porque el asunto tiene una enorme importancia. De hecho, se trata de una vieja demanda de la Denominación que desde hace más de dos décadas se viene planteando ante las autoridades europeas sin éxito. Aguilar adelantó este acuerdo entrará en vigor muy rápidamente ya que el procedimiento se va a acelerar, una razón más para un brindis.

Con ministra o sin ella, lo cierto es que ayer fue un buen día para tomar un vaso de vino, o un medio, o una uvita, como cada uno prefiera denominarlo. Lo fue por muchas razones, como la propia decisión de la UE de rendirse a la singularidad de nuestros caldos o por la estancia de seis horas en España de la canciller alemana Ángela Merkel, esa señora tan seria que, a tenor de lo dicho y escrito por algunos los días previos, parece que venía a decir que hay que cambiar el jamón de Los Pedroches por la salchicha germana y que en lugar del toro el animal más patriótico es el pastor alemán. Al final, resulta que nos alaba y que ha sido la única, ver para creer, capaz de provocar una sonrisa en el presidente de Zapatero a cuenta de una decisión del Gobierno.

Puesto a venirnos arriba, emplazo desde aquí al presidente de la Denominación Montilla-Moriles, Manuel Pimentel, elegido como árbitro en el conflicto entre el Ejecutivo y los controladores aéreos, para que amenice la negociación con una comida regada con vinos Montilla-Moriles, que a buen seguro relaja el ambiente y, ¿quién sabe?, hasta ayuda a que el tráfico aéreo se gestione en adelante de otra forma. ¡El vino, qué tendrá el buen vino!

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