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Iznájar La fortaleza se asienta a 533 metros de altura coronando el gran cerro caliza
"Iznájar empinado en los montes, con un castillo moro, inmensa muela cariada que levanta todavía sobre la boca de un abismo el poder almenado de sus torres". Con estos versos cita Rafael Alberti al castillo de Iznájar, fuente de inspiración a lo largo de los tiempos para numerosos poetas y escritores. Los árabes se asentaron en Iznájar durante siete siglos y el resultado fue Hisn Ashar, un majestuoso castillo que se encuentra situado a 533 metros de altura, coronando el gran cerro caliza donde se asienta la villa cordobesa y erigido en el gran vigía del pantano más grande de Andalucía, el gran lago que gracias a la mano del hombre rodea esta vetusta fortaleza desde hace ya más de 40 años.
Sin embargo, no todos los historiadores sitúan su origen en los primeros años de dominación árabe. Para algunos, el núcleo original se debió construir en época visigoda y hay quien afirma que puede tener un origen anterior, quizás ibérico o romano. Para el cronista oficial de Iznájar, Ángel Aroca, las primeras piedras se pusieron unos años más tarde, pues dice de Iznájar que la villa "surge y toma su nombre de un castillo erigido hacia el año 742, cuando una división de árabes del Jordán recibió como territorio de asentamiento la cora de Rayya".
Al margen de las disquisiciones sobre el origen, lo que sí está claro y a la vista queda es que el castillo está construido de piedra de sillería, con sillares de tamaño mediano al exterior. Estas piedras son de rocas sedimentarias de finales del Terciario, del Mioceno Superior, denominada calcarenita, roca calcárea cementada a veces con gran cantidad de fósiles petrificados. La torre del Homenaje es de tapial y con piedras labradas en su parámetro. "El castillo ha estado durante muchos años en un estado lamentable, muy derruido, con los lienzos muy caídos, sin ningún tipo de remodelación y totalmente cerrado a cualquier tipo de visita turística", lamenta la alcaldesa de la villa, Isabel Lobato Padilla.
"Sin embargo, durante estos últimos tres años nuestro objetivo principal ha sido terminar la intervención arqueológica del mismo para hacerlo visitable para cualquier persona que quiera dejarse llevar por los encantos de esta maravillosa piedra de sillería que custodia nuestro pueblo", defiende la regidora iznajeña.
Este gran vigía del gran lago andaluz ha sido testigo de numerosas batallas y enfrentamientos que explican el estado lamentable en que se encontraba hasta hace apenas unos meses. Así, a lo largo de los siglos cambió varias veces de dueño, siendo su población muy castigada. Cuenta la leyenda que fue el temor de las represalias lo que llevó a sus habitantes a degollar a su gobernador y enviar su cabeza al emir Abd Allah en señal de sumisión.
"La visita al castillo empieza por la actual Biblioteca Municipal, antigua entrada del castillo y continúa por el resto de las salas que han sido acondicionadas con paneles didácticos", precisa Lobato Padilla. Añade que la visita continúa " por el aljibe, el adarve, que hoy día es el paso que va por encima de la muralla y concluye en el foso, denominado también Hoyo de lobo". La alcaldesa apunta que igualmente "estamos acondicionando otra sala donde se va a realizar una proyección de lo que era el castillo".
Tras su remodelación el castillo ha sido escenario de varias representaciones teatrales, acogió la feria del libro y a finales de mes "se convertirá en tablado del festival de música que tendrá lugar en la localidad", concluye orgullosa Isabel Lobato. Junto con la biblioteca, la parroquia y el barrio de la Villa, esta fortaleza forma parte de un recorrido atractivo y con un encanto muy especial por las calles blanquecinas de la villa iznajeña, rodeada por el gran lago.
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