Provincia

Un viaje por El Cabril

  • En Sierra Albarrana convive el pasado en forma de poblado minero con un presente y un futuro plasmados en las instalaciones de media, baja y muy baja actividad

En 1961 aparecieron los primeros residuos radiactivos en España sin que, obviamente, hubiera ningún plan ni programa para su gestión. Siguiendo el modelo europeo, el régimen franquista decidió entonces almacenarlos en bidones en una mina de uranio en desuso. El lugar elegido para ello se encontraba dentro de una finca de la Sierra Albarrana, en el término municipal de Hornachuelos, conocida como El Cabril. La mina se llamaba Beta y fue descubierta en 1947 por el ingeniero cordobés Antonio Carbonell. Décadas más tarde -en 1984- nació la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), que heredó la finca con esos deshechos incluidos. "Una vez pedidos los permisos preceptivos, esos residuos se reacondicionaron en bidones nuevos y se colocaron en la celda número 1 de la plataforma Norte de almacenamiento para media y baja actividad", detalla Amador del Campo, del departamento de comunicación de Enresa.

Hoy quedan en el lugar numerosos vestigios de ese pasado que se dan la mano con el futuro, como el poblado minero Santa Bárbara con sus casas deshabitadas y donde residían los antiguos explotadores de minas y canteras. Muy cerca de estos preciosos adosados que harían las delicias de los amantes del turismo rural se sitúa la recién levantada celda número 29, la primera de las cuatro que van a acoger residuos de muy baja actividad a partir de mayo. "En ella se almacenarán tanto las cenizas radiactivas de incidentes en acerías como un porcentaje importante de los residuos del desmantelamiento de las centrales nucleares, que tienen un gran volumen pero muy poca radiactividad", recuerda.

Justo a las afueras del poblado -otrora una auténtica ciudad en la que incluso habitaban los padres de algunos de los actuales trabajadores del complejo- un monumento en forma de locomotora de interiores recuerda que antes de servir, entre 1971 y 1980, para introducir bidones radiactivos en la mina Beta, sirvió para la extracción de mineral entre 1962 y 1963 en la de El Santuario de la Virgen de la Cabeza, en Andújar (Jaén) y para lo mismo entre 1963 y 1971 en la de Los Ratones, en Albalá (Cáceres). También a unos metros de esta reliquia, un centro informativo muestra al visitante con cuadros explicativos, maquetas y algún que otro detalle fósil y pétreo de trozos del pasado, el presente y el futuro de la finca. "El ser humano es capaz de construir edificaciones que perduran a lo largo de los siglos [con fotografía ilustradora, entre otros, del acueducto de Segovia]. Las instalaciones de El Cabril albergarán residuos radiactivos hasta que sus niveles sean equiparables al fondo natural. En caso de las instalaciones de baja y media actividad el tiempo necesario son 300 años. En el caso de las instalaciones de muy baja actividad alcanza los 60 años", detalla uno de los paneles.

En el centro de Sierra Albarrana todo es fruto de actuaciones milimétricamente diseñadas, desde la llegada de camiones con residuos radiactivos -programadas con bastante tiempo de antelación- hasta el almacenaje de esos restos en las celdas que componen las plataformas de media y baja actividad tras su tratamiento y acondicionamiento. "Incluso el lugar elegido para levantar las plataformas necesitó muchos estudios y sondeos desde el punto de vista geológico y sísmico, evitando que esas plataformas estuvieran sobre un río o una falla movible", explica el representante de de comunicación de Enresa.

No muy lejos de esas estructuras donde reposan los deshechos, las puertas abiertas de una gran nave muestran su utilidad como fábrica de grandes contenedores de hormigón armado en forma de cubo, estructuras diseñadas según las normas del Consejo de Seguridad Nuclear que irán colmatadas a partir de las celdas que componen las plataformas -16 tiene la Norte y 12 la Sur-. "Tras su llegada y después de su tratamiento, los residuos pasan a bidones de 220 litros de capacidad acondicionándolos con cemento. En cada contenedor caben 18 bidones y su capacidad es de 24.000 kilos. Luego se les inyecta mortero para bloquearlo", detalla Del Campo. Antes de iniciar su llenado, los sólidos recipientes cúbicos se someten a pruebas que descartan su porosidad y a otras de caída para garantizar su dureza, también según la normativa del Consejo de Seguridad Nuclear. "Fabricamos dos contenedores al día procurando tener siempre un stock por si hubiera algún tipo de incidente en España en el que actuar con rapidez", añade. Cada una de las celdas de la plataforma está preparada para albergar 320 contenedores repartidos en cuatro filas de 80. "Normalmente, se suele llenar una celda al año", relata Del Campo. Para ello se utiliza una maquinaria especial a modo de grúa que traslada los recipientes cúbicos hasta ella.

El seguimiento es total. Enresa sabe dónde está almacenado cada deshecho radiactivo que ha llegado a las instalaciones. Lo delata uno de los contenedores ya preparados para acoger bidones, que lleva la inscripción UA-042/08; o lo que es lo mismo unidad de almacenamiento 42 del año 2008. "Todo ello se recoge en un archivo informático, por lo que sabemos con sólo una consulta en qué coordenada de la celda y en qué parte de la plataforma hemos colocado el residuo", apunta el trabajador de la empresa pública.

Por las dependencias de El Cabril se pueden contemplar asimismo camiones propiedad de Enresa preparados para el transporte de los residuos con remolques que son cajas herméticas. "Esos remolques tienen un sistema de cerrado hidráulico para que en caso de accidente no se abran y se disperse la carga", relata.

Todo está previsto. Las instalaciones de Sierra Albarrana disponen de unas dependencias con equipo diésel de emergencia "para asegurar la energía en caso de que falte el fluido de la red natural" y otras en las que Enresa tiene su propio equipo médico. "Contamos con dos doctores y un sanitario, ya que estamos muy lejos de Córdoba y de los municipios. Tanto es así que los pueblos que tenemos más cerca son Azuaga (Badajoz), que está a unos 35 kilómetros, y Fuente Obejuna, que está a 25", subraya.

El control es total. En distintos puntos repartidos por El Cabril se toman periódicamente muestras de aire, aguas subterráneas y superficiales, sedimentos, suelo, vegetación, pesca, caza y alimentos dentro del llamado Programa de Vigilancia Radiológica Ambiental. "Hasta ahora, podemos decir que esas muestras no han superado los niveles de radioactividad permitidos", detalla Del Campo.

Las instalaciones de la Sierra Albarrana están diseñadas para albergar todos los residuos de media, baja y muy baja actividad que se generen del desmantelamiento de las centrales nucleares. Y cuando ese fin se haya cumplido, también está previsto que las plataformas Norte y Sur acaben enterradas y cubiertas de vegetación lo más autóctona posible merced a la superposición de capas de terreno que cubrirán la especie de valle en las que se levantaron como prolongación de la montaña. El Cabril entonces ya no será presente ni futuro, sino tan sólo pasado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios